domingo, 23 de marzo de 2014

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 15 MARZO 2014






GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 129, 15-03-2014
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Grupo de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Dibujos: Miguel Oscar Menassa

RECAIDA -2-


Caigo.
            Retomo la pendiente.
                                                   Ignoro el pasado.
De rama en rama
                               salta el tiempo.
Vislumbro en la penumbra sus manos
sus cálidas manos del goce perfecto.
Entraremos
                     volando
                                     a los desconocidos territorios.
Fogoso el viento sopla.
Nos llevará otra vez  a las palabras.
Se desparraman al infinito
                                                humana voz.

Claire Deloupy


NO TENDRÉ PIEDAD
¿Por qué, si la duda no agota la nostalgia de futuro,
ni transforma el plazo de la existencia, se acurruca
entre mis manos solitarias y en tus labios apagados?
¿Acaso no habrá incendio bajo el esplendor de la belleza?
Nada duerme en mí cuando estoy más allá de mí.
¿Quién escucha el grito que irrumpe del oscuro sollozo?
Sin la sagacidad del instinto, vacilamos al compás de la letra,
mientras nuestras mejillas se consumen bajo la mirada
maniatada por la fiebre de la armonía que nunca zozobra.
Es verdad que la montaña, la primavera y el deseo mismo,
precisan de la palabra para ser, para temblar súbitamente
y caer desesperadamente bajo el sonido de tu voz y de tus pasos.
Estás distraído por la esperanza y sus vasallos,
cantas y envidias a los amantes abandonados, te apasionan
más que aquellos  satisfechos y, el dolor y la muerte,
deleitan a tu corazón con sus rayos de injusticia y de barbarie.
No tendré piedad, me entregaré al poderío de la voz,
perderé el hábito de lo terrestre, y sólo los humanos
conmoverán mis sienes y sus palpitaciones.

Amelia Díez Cuesta


NO TENGO PIEDAD

Las estrellas se despojan de la niebla inmaculada que aguarda,
la fiesta pasó, nunca conoció el ocaso,
palabras infinitas de día condenaban sus músculos al calor caduco de la hoguera.
Arrojaba los naipes con juego y el velo de la sombras era una compañía serena,
curva como el pesado azul del medio día.
Un dios como la hoja que el vuelo retira con su viento acorralado de libertad,
y amor, piedra preciosa, me dejaba en un camino de sueños que no se sueñan,
de besos que cuelgan de esqueléticas ramas donde abandono los recuerdos.
Cuando me pides piedad soy la que limpia tu frente sin tocarte,
con el bien destruyo todo lo posible,
esa rosa en pleno esplendor vuelca su odio inexistente sobre mi,
roba mi sangre y se tiñe de color para morir.
¡Piedad! Acostúmbrate a las manos cruzadas,
al frío mármol, al gusano ciego sobre tu almohada de vaso etrusco,
ceniza, voz encarcelada y metal.
El musgo cubre mis pies de abeja, aléjate de mí,
mirada infernal sobre el afluente del río.
Allá me esperan para el encuentro, se que tu paisaje fue la cuna del bien,
pero mis ojos ya  no están hechos para ti,
para tu abrazo eterno de serpiente sobre mi cuello.
Mi imagen se ha roto, y un ángel vuela para traernos la vida que no existió.
Piedad, fresco igloo del tiempo, tus ojos se abren vacíos.
Nos dijeron que eras una hermosa mujer,
que nuestro designio dependía de tu deseo, pasivo y medio muerto,
tus arcas necesitaban nuestro cuerpo, pero no te lo entregaremos,
la palabra nos espera, el trabajo es nuestro destino.

Susana Lorente


NO TENDRÉ PIEDAD

Cae la tarde entre los sueños,
rendida de besos,
me dejo caer en nombres donde no estás tú.
No tengo piedad,
destierro mi mirada escrutadora,
la diabólica ansia que exige castigo no tendrá más alimento,
la dejo morir,
que viva en otras historias,
no será el dolor protagonista de mis versos.
Aprendo a amarme sin estar presente,
escapa el instante y queda la vida,
sin fieras que aguarden el error
ni lágrimas que arrebaten la tersura de la piel.
Las máscaras quieren seguir dibujando los rictus de la infancia
y yo sólo escucho las voces del futuro llenas de letras,
amores más allá de la piel que no me necesitan,
ciudades donde lo que menos importa es mi ser.
Aquí estoy, sin piedad, sin jaulas,
una mujer entregada al mundo.

Helena Trujillo


NO TENDRÉ PIEDAD
 
Dejar que las manos se escurran por entre los dedos
danzar por el aire que expulsan tus labios y besar la noche
un instante para después amanecer entre tus brazos.
 
¿Esa será la piedad que me pides
o esa será la posibilidad humana?
 
Cambio las vocales, los tiempos de los verbos
construyo una oración, un canto, una diadema
sobre tus cabellos, una voz.
 
Cruz González Cardeñosa
No tendré piedad!
 
Que la mano no falle
Que ciega acierte su condena
Que siendo sombra y vuelo
Como un pañuelo extienda
Rápido su belleza
Nacer a la palabra como la voz al encuentro atribulado de tu medianoche
Oh el espanto quebrado de este vuelo!
Oh el estertor abierto a la palabra escrita
Esa manera de vivir que inaugura la mañana
Recorrido de los párpados por el abrupto corazón de marinero
Amando el ritmo corporal y ventílocuo
De tu crueldad a mi crueldad
Enamorada
De tu palabra al cuchillo y al filo de la vida. 
  
Paola Duchên


NO TENDRÉ PIEDAD

Impíos pensamientos,
agujas del odio enhebrando
una ristra de ojos deshidratados
que se balancea ante la mirada
estúpida, extraviada,
de la falsa profeta que vive
en un mundo fantástico,
donde príncipes azules
alfombran su camino
y un séquito de hadas
atienden sus deseos.
No tendré piedad,
no tendré piedad
repetía esto una y otra vez
mientras descuartizaba a su muñeca
imposibilitada de emitir ningún sonido.

Olga de Lucia.





¡QUE ALGUIEN DIGA ALGO!
Todo huele a destrucción
todo huele a dolor de infancia
cuando todo era devastación
en la calles
en el cuerpo 
cadenas del pasado
enigmas
de estos cielos.
Y no hablan…
Encadenan el presente
bien puestos los venenos
en nuestro costado
en nuestro cerebro
indiferencia
desvanecen nuestros sueños
tarea cotidiana
atareados
sólo mirarse el ombligo
mientras se disfrazan
de justos y libertarios
la palabra amor
fue destierro
de su vocabulario
y se anda
casi sorda
casi ciega
murmurando la tristeza
decepción que no tienen fin
amarrar la esperanza
restañar lo posible
megáfono para cantar
quiebra en sollozos mi voz
Y no hay señales
y no hablan
así se sigue
todo te lo arrebatan
desde su pecera de luces…
¡Qué alguien diga algo! 
Rosalba Pelle




ESTA VEZ NO TENDRÉ PIEDAD

¡Piedad!
Y un gran pájaro marino pone su huevo azul en las mañanas
 y huye  por las avenidas de esta ciudad hecha con restos
de alas disecadas después de la tormenta.

Me dijeron en plenilunio que no querían quemar mi cuerpo en las arenas
y sin embargo continuaron avanzando hasta la entrada del desierto
con la intención de vender en frascos congelados cenizas de mi ayer.

No bastó el ladrido de los perros para detener los fuegos ávidos de mí,
y extravagantes partidarios del odio pregonaron a voz viva
su enfurecido pensamiento sobre mi extraña manera de existir
sin lograr unir mi alma al asfalto cubierto por los muertos.

Sabía que no podrían contra la actividad del sueño
y entre olores insulsos avancé hacia el lugar donde reinaban las sirvientas
y fui una escoba entre sus manos
aligerando el polvo de sus horribles pestilencias.

En medio de la fiebre pedí que lavasen mis ojos con un agua nocturna
que alumbrase la piel finísima donde nacían mis pestañas,
pero no fuí escuchada,
sólo el viento hacía volar como panfletos mis ideas nacidas de mis versos.

No hubo nobleza que aguantase el desvío de aquellas almas
que ignoraban que había una insanía en su silencio y que perdían la sustancia humana en reflexiones duras como las uñas de un lagarto.

Pero esta vez no tendré piedad,
construiré una gran trampa donde caigan enarboladas sus cabezas 
y me iré por ahí cuando me plazca sin mirar para atrás,
estiraré mi cuerpo en desperezos sin escuchar
esas voces extrañas que son de otro planeta
y no podrán  destrozar este vestido de extranjera
tejido en el confín del mundo.

Yo seré esa simiente alada que viajará
soportando la lucidez de un rayo a punto de matarme,
dando lugar a un nacimiento
en la pendiente desmontada de malezas
en que se pierden las traiciones,
y que es la frontera donde el accidente
toma la fuerza de una acción y nacen otras leyes.

Norma Menassa


NO TENDRÉ PIEDAD

Seré la más cruel de las amantes,
rociaré tu piel de dulces azúcares
pero también esparciré en tu lecho
besos cáusticos que recorrerán tu cuerpo
sin ninguna piedad.

Magdalena Salamanca



RECAÍDA

Vuelvo a sentirme cerca de la niebla
que va ocultando las formas del camino,
visión contando secuencias del miedo,
humano sentimiento de los hombres sabios.

Encuentro donde el silencio es malsano,
miseria del que lleva un arma que no podrá usar,
ninguna bala matará lo insabido.

Errando el centro, nadie penetró ese mar

La nieve saturada de estrellas,
fue creando reflejos plateados,
victorioso diluvio, escenario de la recaída.

Conversación significante del camino que resta,
potro galopando fuerte por los acantilados altos,
ocultando en su rostro, el saber total, la última caida.

Será fácil sentarse a contemplar la combustión,
el hambre de otras vidas.

Lucía Serrano


NO TENDRÉ PIEDAD

Controvertidas incursiones en la realidad
me acucian, esta vez, en lo más hondo
de la humana corteza que me rodea.

Inmaculadas, sobrias contenciones
reavivan ecos de un ayer imposible,
grabado en el reverso de mis ojos.

Sin piedad, decía mi abuela,
hay que enfrentar la vida sin piedad,
y el decálogo de hazañas comenzaba:

A los simples de espíritu, sin fe,
desagradecidos varios que pululan
entre las comisuras del trabajo común.

A las ofensas que acontecen en el alma,
los múltiples desarraigos contraídos,
las penas que nunca cotizaron.

A la pereza milenaria de ser uno más,
la inmensa glotonería de saberlo todo
y resbalar, como si nada, por el mundo.

Hay que tratarlos sin piedad, decía,
hacer como que se olvida,
como que se sueña, y esperar la ocasión.

Carmen salamanca




ESTA VEZ NO TENDRÉ PIEDAD
Ángeles caídos, ángeles negros, las biblias quemadas, arrancados
de su lugar los crucifijos, mudas las bocas para el rezo.
Olor a incienso y mirra tapado por perfumes de sexo y de violencia.
El padre frente al hijo, y no tuvo piedad, lo hizo morir entre ladrones.
Soy una virgen arrodillada con su hijo en los brazos,
atravesado  el cuerpo por lanzas, las manos en dos clavos.
Imagen de la belleza para el que implora su sustento a Dios.
No tendré más piedad de mí, la compasión es una dama mentirosa.
Me hace creer que soy el otro, me hace creer que su dolor es  mi dolor.
Hoy llega a su fin la bonhomía, el altruismo hueco, la terquedad del sacrificio.
No me inmolaré más, estricta amante de todo lo que crece,
El poema ya no será herida, desterraremos de su centro la ternura, 
Vibraremos al son de nuevas melodías.
La piedad herida en el costado, se desangra.

Alejandra Menassa.





NO TENDRÉ COMPASIÓN

Lúgubre llamarada del oasis
en el desierto de nuestros ojos rasgando el olvido.
Llorando el estío del frenesí del destino.
Recato inguinal del que no tendré compasión.
A la fusión de dos culturas
Inventadas
En la teoría del orgasmo
Fulminando el talismán
De los recuerdos en el sueño
De la madrépora.
Investigación enraizada que nos
Atrapa entre nuestras miserias
Construyendo el esplendor de la naturaleza.
Torrentes subcutáneos
de poesía gutural,
Las raíces de las rimas y los versos.
Acontecer de miel y salvaguardia donde me matarás
Tocarás el hálito del silencio
En las palabras desconocidas
No dichas entre nosotros
Ritmo latino incrustado en nuestras uñas
Infectadas por la labor de pudrirse.
Pregunta sin respuesta vacilando en la sabiduría.
Poesía que el porvenir inaugura.
Este amianto, simiente desprevenida de polvo investigado
El horror de no poseer el campo de batallas
Donde se puede ser el fin o el principio, el pase
Del sonido entre las infinitas consonancias,
Educadas en el placer del goce,
Amadas por los saurios hasta los huesos
del insulto.
He tenido que tragar
El monumento a la dictadura
Que me ciega.
He tenido y perdido el océano
Entre mis dedos
Hurgando en la llanura de los sentimientos
De quienes ostentan el poder.
Caímos sobre la verdad absoluta
De quererse en soledad.
A mi humillación de fantasma.
Cabello acuático atrapando
Los llantos del mar.
Posamos nuestros sueños
En el sexo de las olas
Llenándonos de sal.
Hermenéutica universal
Horrorizando el nácar.
Óleo de la civilización, los ciudadanos,
mastican,
en un ejercicio de simulación,
manipulando el acordeón de las horas
diciendo así no, así no.
Y un ápice de la multitud impresionada
por el susto de la misión,
Obedece a la regla de la ola
De mi danza
Sosteniendo el amanecer.
La danza del dolor,
 la señal de la escritura.
Amor destruido
En el porvenir.
Donde se estremecen los violines.
Alba sobre la bruma
Espumas dolorosas disecadas
En nuestros armarios.
El poema que contiene
Todos Los vuelos.
En las cuerdas de tu cuerpo
Emitiendo los sonidos de la distancia.
Bellos perfumes paisajísticos
Floreciendo de la guitarra
Al son de la voz preciosa del poeta.
Del amor de la escucha
De la poesía.
Bravo a la alturas de las árcades
Y las cárceles,
En el tiempo de la comparación
Donde se fusionan los trastos
De la suntuosidad en las alegorías del viento.
Vuelo hambriento de libertad,
La inauguración del grito
En el trinar.
Delicia entrando por los ojos, el sonido
Y la luz.
Oración dispuesta a asesinar
Si el albor de los acontecimientos
En la lava de nuestro amor
Irradia los recorridos de la augural
Declinación
Del misterio
En la pudiente catarata de piedras preciosas
Escalando al ámbito del movimiento.
Seducción atándome a la vida.
Ven a la almohada de mis labios
Nube sobre la que
Los ángeles descansan
En mis pequeños susurros.
Recitando los himnos celestes
Que rayaron la tierra en el punto
Del cero
Donde encontramos el suspiro de la muerte
Cuerpo alucinado en las ocasiones del silencio
Cuando gana la batalla del amor
En los sonidos de la carne
Cayéndose sobre la sombra
desde la niebla camarada.
Guiño a la seductora reina de la mentira
Fulgiendo en la salud del emperador
Como camada de leones
Rugiendo en su humanidad.
Voces musicales
Aullando al fuego de la luna
Pálida de dolor,  quehacer y ver.
Éxito frontal
De la herencia del caracol
Arrastrando la sólida
Batalla de la pasión.
Anexa a mis complejos
por los perfumes
Enrarecidos
Perdón rogó la fusión del átomo
En las rocas encendidas
Del lamento.
Asesinaré las sombras de la crueldad
Cuando me dice que me ama
Estallan los proverbios
En las manos de la no pudiente
Que enrarece los puertos peligrosos
Del amor con la pasión de la
La baba pública.

Excitante color bañando los
Sonidos para descubrirlos,
Para sostener con su misterio
El fervor del rayo
en el camino subterfugio.
Surrealismo que perdió
Brillo en su resonante espectáculo
De raíz.
Felicidad maldita
En la invernal caricia
de lo humano.
La escritura detenida en nuestra historia
Almacén de mares olvidados
Donde la luna oscila.
Diluyo mis celos en el océano
Sajado por la guitarra
Amor, amor, amor
Invisible lazo de lo imposible.
Raya la mística de los símbolos
Del trébol.
Descifrando un universo donde no se es más o menos
Un diptongo silente en la arena de la humanidad,
pisando nuestras raíces los gritos de los muertos.
Fin inesperado para los huesos del alba.
Primogénito de la agilidad
hermosa del universo
Bolas de fuego en el azul de la plata
De la navaja que corta el río
En dos mitades completamente incorregibles,
Distinguidas en su trono de crueldad
Las dos mitades,
Naufragan en el amor al amor.
Al arte de la palabra presidiendo el fulgor
De la belleza a plena luz,
A carne viva, silueta perfecta
De imperfección y vida,
Feminidad inaugural,
Simulando la suavidad de lo sublime.
Mientras la fuerza me come.
Inquietud perpetua
de la palabra
de otros hombres.
El deseo embriagado de sí mismo
Ámbar en las cuerdas de tu voz,
Oriental perfume del color del amor
Que llena en mis pulmones,
las acequias inagotables,
del futuro,
Sensaciones que confunden
El cuerpo de la escarcha
Con la sal del misterio.

Si seguir pudiera
A ese imposible pez.
Encanto la magia
Con el saco de las virtudes
Incluyendo la cítara del ungüento.
Sin sentido definitivo,
Se acercaron a nosotros,
Los élites de las élites,
Espolvoreando el cenáculo.
De la demagogia en los pétalos de
La ambición.
El placer de los negocios
Del que me dicta la materia de la ensoñación,
La muerte solitaria,
Siempre acompañada.
Residuos corporales nos engrandecen
En los engendros de amor y de señuelo,
La culpa de la civilización ambicionando
Ser nosotros mismos,
Invadiendo los satélites interestelares
Del alma. Estrechando las imágenes
Del olvido.
Lenguaje Invadiendo nuestras células con
El sistema de las horas
Como maracas golpeando los ritmos
De la lengua indecente.
Saltos apasionados del límite
De la sabiduría
Conversando en la efeméride
Del invierno de las palabras
Cortando el frío.
Yegua en libertad
En el aéreo brillar del sónar.
Incansables las manos
Naufragan en el cansancio del diurno despertar,
de lo contrario, en el germen de la unión.
Me vinculo a sus lánguidos recorridos
Resonando en el movimiento,
las letras de lo posible.
Lo que será escrito
Entre tú y yo
en la savia universal
Del hombre.

Virginia Valdominos


NO TENDRÉ PIEDAD

Insomne,
             silencioso
                             y atento,
aguardo con los demonios
que siempre me visitan,
las voces amargas
de un abismo cierto.

No tendré piedad.

Lucía Serrano