domingo, 3 de febrero de 2013

¡HEMOS LLEGADO AL NÚMERO 100! TALLER DE POESÍA 26-01-2013


                             
                                 
                                    
GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO 100, 26-01-2013
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Dibujos: Miguel Oscar Menassa

                                                 
UNA MUJER INOLVIDABLE

Fugaz, acechaba mi memoria en días soleados o si arreciaba lluvia,
el tono del cielo no era impedimento para que se instalara
plácidamente en los predios que yo con ingenuidad habitaba.
Su presencia era ineludible, tarde o temprano se mostraba
en un pequeño gesto que, distraída, esbozaba por azar.

A veces no advertía su presencia, pero ahí estaba.
A veces toda yo se percataba de su audacia, su insistencia en permanecer.
A veces me preguntaba qué grito en la selva la sacaría del plácido sueño de la longitud.
Enamorada de su barro, los mares donde habita el hombre no saciaban su sed

Mi memoria se parcelaba en un intento vano de asediarla,
había que impedir que recibiera socorro, pero era inútil.
Un buen día decidí despedirme de ella y no la vi más.

Pilar Rojas




UNA MUJER INOLVIDABLE
No está tu testimonio
en las crónicas de la memoria.
Tu pie no dejó una huella imborrable
en la arena del tiempo,
que en su clepsidra bate
los días con sus noches.
Efímera, tu cabellera de esbelta joven,
diluye su mineral grafito
en los átomos ignaros que viajan
en el polvo o en el polen.
Inmersa está tu vida
en los procesos infinitos de la noche.
La tinta de tus células,
el betún de tus pupilas encendidas
todavía corre buscando
entre las letras una salida.
Y tu voz y tu risa,
y tu mano cediendo
ante el simple milagro de la vida.

Ruy Henríquez

                                                  
HAY UNA MUJER INOLVIDABLE

En cada hombre, en cada mujer
vive una mujer inolvidable.
La que acude al llamado prestamente,
la que escucha,
la que tiene ángel en sus manos,
la que vuela,
la que tocó tu alma para siempre,,
la que sueña, la que desea,
la que plasma en un quehacer su pensamiento.
La que abraza las palabras y las deja
colocarse sin imponer su mirada,
la que crea, artífice de una realidad
no acontecida,
la que me transmitió un saber que no se olvida
las que supieron abrir las puertas de este mundo
y amar sin esperar recompensa.

Olga de Lucia 

                                                    
UNA MUJER INOLVIDABLE

Bajando la escalera,
árbol en los cuentos,
una mujer inolvidable
traspasa los límites
de su soledad.

Al calor de la lumbre
un corazón con forma humana
duerme la tarde.

Ella y el corazón,
su forma humana.
Atizando el fuego de la vida
en un inolvidable abrazo
que los separa inevitablemente.

Cruz González Cardeñosa

                                                   

UNA MUJER INOLVIDABLE
Digo la palabra madre y mi madre
invade lo horizontal y lo vertical,
como si la tierra fuera sangre
y fluctuaciones embargadas
por el contraste de la desnudez de mi boca.
Digo la palabra mujer y mi mujer
quiere trazar rutas propias y únicas
donde la palabra no conozca el sonido
y el cuerpo imponga sus sueños,
de eternidad, en cómodos plazos.
Digo la palabra muerte y mi muerte
se bate en retirada hasta después,
me seduce desde allí donde ya no estoy,
me nombra y la nombro sin remedio.
Digo la palabra poesía y la poesía hace
que madre y mujer abran sus fauces,
y se haga lo imposible y lo contingente.
Mientras tanto, la muerte se hace verso
y deja de esperarme, dejo de esperarla.

Amelia Díez Cuesta
                                                      

UNA MUJER INOLVIDABLE
Cegado a los destinos de la pasión,
la crueldad ejerce sus estragos.
Pálidas horas de incomprensibles sonidos
anuncian el macabro destino.
Insomne en el deshabitado lecho,
persigo las huellas de unos pasos,
escapo al rumor de recuerdos ya inalcanzables.
El tibio olor me calma, ahuyenta los fantasmas,
desbarata los silencios de aquella mujer inolvidable
que tatuó su nombre en el poema.

Helena Trujillo 
                                                    
UNA MUJER INOLVIDABLE

Es ella, se multiplica y, también, divide los días
y acompaña a la nocturna taciturna desigualdad
como una dama, siempre ahí, presente y ausente,
alejada de ella en la profundidad de su eco,
en el desaire y la mañana, para ti y en ti.

Nadie sabe de su olor, se intuye cierta palidez,
pero la exacta medida de sus medidas,
aún, se desconoce.

Algo de gracia, un poco de sal y el incienso
abrirá las arcas de la historia,
para guardar su nombre inscrito
en las canteras de los esclavos de aquel pintor.

Pudiera ser lo que quisiera,
pero en ella el ser se hace,
no, no se trata de un hacer y ya,
ella es un haciéndose en fragmentos,
desintegrados en versos, ella es:
Una mujer inolvidable.

Magdalena Salamanca

                                                  
UNA MUJER INOLVIDABLE

Mecen los arcos estupefactos
Tranquilos el ritmo lejano y palpitante
De las palabras su propio timbre
De los oídos el resonar hechizado en verso
Veneno derramado en las arterias
Por donde pasa el hambre
Lejana y cruel, montada en su caballo
Señorial y de costumbres antiguas
Apero y combate en el universo de la tarde.
Miras de soslayo y de frente la muerte colorida
Ensangretados los colores de la tarde delatora
Sillas alrededor de un encuentro
Donde no decae ni el verso ni la cadencia del verbo.


Paola Duchên

                                                     
UNA MUJER INOLVIDABLE

Una mujer inolvidable, que insiste
en no ser olvidada cual bello rostro,
insiste en versos para que su belleza
no se agote en el presente. Es
una mujer de la que no se puede saber
y no hay datos para olvidar porque
ella está estrictamente viva, y nunca
es de una forma, ni tiene
nada que ver con los artículos,
ni las revistas, ni los críticos de belleza.
Si no que ella no se puede demostrar
y hay que creerla tal y como es
para quererla como sea.

Dice
cosas más bellas
de lo necesario, y luego se las pone
bien ajustadas para que todo el mundo
pueda ver quién ha hablado.

Habla
de forma fina y ajustada
por los costados. Tomándose
la molestia por su mano,
porque quiere, habla. Se toma
el pulso en una palabra
por el brazo y después por el cuello
aunque haga reír al vestido
o enfurezcan los pendientes.
Te puede contagiar el sexo
hablando de enfermedades veraniegas
con venas y vasos y colores dilatados,
porque esta mujer es verde castaña
y no es alta con los demás
si no en estado puro.

Escribe
con faltas de poesía los mensajes
y además esta mujer escribe
poemas
con faltas en el mensaje,
en lo que quiere decir...
en el contenido, en el fondo...

Esta mujer
tiende a lo largo hermosos versos
y se pinta las uñas y los labios
como un poeta. Se pinta
las mejillas muy simpáticas, las pestañas
con brillo de ojos y mirada electroacústica.
Es, en definitiva, una mujer que se pinta
los ojos por dentro, en el contenido,
en el fondo
inolvidable.

Kepa Ríos Alday

                                                         

UNA MUJER INOLVIDABLE

Esto va por ti, alzo mi copa llena de besos,
y brindo por la belleza de tu nombre.
Mujer hacedora, junto a él, de pan, de versos y de hijos.
Tú, que te llamas Hipatia, tu padre, Teón,
rechazando creencias de la época,
te hizo ciudadana de la polis,
derecho exclusivo del otro sexo,
confió en tu inteligencia 
y te ayudo a encontrar tu órbita 
en las ciencias de los astros y los números, 
un camino que abrirías tú también para otros, 
porque el que tiene un saber y no lo dona, 
en él se pudre, y se fermenta, y sus larvas devoran corazones.
Como pago, fuiste golpeada hasta la muerte,
una mártir más, como tantas,
por nada, por mujer sabia, algo que debe de estar
muy cerca del demonio 
para la mente enferma y reaccionaria. 
Tú que te llamas Christine de Pizan, 
la oscura Edad Media se iluminó
con tu Ciudad de damas,
luchaste porque esa luz de lo femenino
brillara en todo su esplendor.
Heriste de muerte al amor cortés,
Y en la Querella, la inteligencia de ella
se midió con la de él, y después de haberse
dejado vencer tantos años…, hicieron tablas.
Tú que te llamas James Barry,
lampiño de agudo timbre de la armada inglesa.
Tus manos laboriosas de insigne cirujano,
develaron el misterio de nacer por cesárea,
y cuando te enterraron, tus papeles decían: 
Margaret Ann Bulkley, y todos se asombraron,
ocultando el secreto, y signando tu lápida con 
un nombre de varón: James, 
pues se debía seguir manteniendo la falacia
de que las descendientes de Eva no estaban 
capacitadas para el ejercicio de la medicina.
Tú que te llamas Marie Curie, 
un alud de isótopos radiactivos 
no hubiera superado tu refulgir.
No sólo fuiste la primera mujer Nobel,
sino que, por si quedaban dudas,
repetiste, hazaña que ningún hombre ha podido emular. 
La física y la Química fueron la casa
en la que creció tu perspicacia. 
Tu esposo, que urdía contigo magníficos
experimentos, obtuvo su Cátedra en París,
a ti te la negaron, obtusos comensales
de viejos prejuicios apolillados,
no les bastó ni el Nobel para obviar tu sexo.
Alice Guy, 
¿Quién no recuerda a los Lumière,
Ellos inventaron el primer proyector, 
pero no fue suya la primera película,
fue la dulce Alice la de la idea,
pero ¿para qué decírselo al mundo?
muchas de sus obras, las firmó
su ayudante, un varón de cuyo nombre 
no me acuerdo, en las Historias del cine,
omitida en las más,
porque ¿cómo iba a ser pionera del cine una mujer? 
Ada Byron, tu madre te alejó de la poesía,
hija de universal poeta maldito, por amor a tu padre,
descubriste la poesía de la matemática,
de tus manos laboriosas,
nació el primer software, 
la informática moderna es hija de tu ciencia.
Pero ¿quién te conoce?
había que silenciar el femenil ingenio,
como estas tantas, tantas…, 
y cada una, cada día, voz silenciada,
grita más alto, escribe más alto,
deja intensa, la huella de tu paso:
¡Es un pie de mujer! ¡Grita bien alto! 

Alejandra Menassa

                                                 

UNA MUJER INOLVIDABLE

Era el primer beso,
                              la primera boca,
la blasfemia del sabio desbordada,
el esfuerzo posible hacia lo cierto.
Eran las piedras dejadas en el campo,
el sol más alto, foco de luz alumbrando,
rozando nuestros cabellos, un mediodía.
La memoria de las mejores fiestas,
navegaba en la sangre,
y encalló el corazón en aquel puerto,
¡todos fueron instantes eternos!

Contigo ha dado el mundo testimonio
del futuro, en esta ciudad caliente,
llena de amor,
                       que es nuestra vida.

Atardece, y siempre vuelve a mí
esa mujer inolvidable.
Sus cabellos volados por el viento,
su piel de arcángeles,
su delicadeza austera,
sin ornamentos artificiales.

Ella era mi sol,
mi noche completa,
mi cielo de cometas,
y el umbral feroz
de una muchedumbre en llamas,
que siempre corrió detrás
de nuestros pasos, para seguir
las sombras que nos ocultaban.

Ella era una mujer,
inolvidable dama de mis sueños,
zafiro enternecido entre mis manos.
Escritura plural,
                          Yo mismo.


Lucía Serrano

                                                   
 "UNA MUJER INOLVIDABLE".
1
Querida:
Baudelaire decía que hay que estar ebrio, siempre ebrio de algo.
Me parece, siento, que poco a poco, lentamente, sin pausa, estamos poniéndonos ebrias de versos.
Adictas irrecuperables vamos a ser, amiga.
Mujer mayúscula, atentas contra nuestra  soledad, contra nuestra indiferencia, contra nuestra muerte.
Ante negra parca, nos quieres hacer cantar.
Allí está la Mistral cuya “poesía se tragó la prosa”, dicen los críticos literarios, y qué importa? igual fue la primer Premio Nobel de nuestro continente sur. Y Juana desde Uruguay y Alfonsina que te cantó su amor, dolor, desamor, su muerte, aquí en el mar de Plata.
Cada sábado compartimos el silencio, los dolores, los humores, los temores. Nos conmueve la ternura de nuestros hijos, la tristeza del amigo traicionado, su pena, la esperanza de que algún, exorcice la distancia…
A un duende le ponemos ojos en las yemas, labios en las manos, así  llegue hasta nosotros.
Hablando de distancia, ya no habrá distancia, bella Señora.
No habrá distancia cuando tus poemas dibujen vuelo de gaviotas, alcen vuelo de cóndores, vivan sabiamente como las águilas.
¡Cuántas más, te cantan hoy!
Tú reina indiscutida, tú, más allá de la muerte…Mujer inolvidable.

Rosalba Pelle

                                                      

TANGO DE LA BODA  DE MAGADALENA Y LEANDRO

Con el si de dos continentes
y en presencia de Rafael
hoy se casan de verdad
dos amantes amigos de ley.

Ella rubia madrileña,
moreno y porteño él. 
Él con tangos la sedujo
sobre un negro corcel. 
Ella con poesía y esmero
“al otro lado del río” le dijo: ven y ven y ven!

Una boda de cámara, luces y acción
con actores de carne y hueso, músicos,
pintores y poetas por los cuatro costados,
médicos del alma, bailadoras y futbolistas,
tenores de tronío, flamenco con agallas de cuplé…
buena gente de la farándula y de la ciencia también.

El novio llegó primero
acompañado de mamá.
Alguna verdad conoce
pá poner sobre el mantel.
Ya llega la novia…que guapa está!!
del brazo de papá.
¡¡ Aplauden los camareros!!
cantando en coro los ruiseñores:
Novia embarazada: belleza e inteligencia asegurada.

Ya están los novios
frente al juez de paz
una voz cercana y amiga
les ha de preguntar:
¿Afirman haber aprendido a sumar?
y, ¿a libremente amar?
Aceptamos que algo en nosotros sabe.
¿Desean escribir infinitamente?
Si queremos.

¡Los novios y todo el acompañamiento
ya se pueden besar!.

 Carlos Fernández
                                                              

UNA MUJER INOLVIDABLE

Las manos sobre la risa
inmensa del tiempo
a caballo del amor.

Unas flores señalan el camino
que llega hasta la Iglesia.
Al otro lado del río
el horizonte señala el límite
que no se puede atravesar.

Reliquias encendidas marcan el rumbo del adiós.
El olvido, ¡qué linda marioneta
que sustituye el tilo!

El perfume
que descifra el cuerpo del orín
araña la espalda de una muchacha.
Las ovejas balan
y el río del amanecer
se desborda.

Entre dos alientos
la música de la niñez.

Recuerdo de su vientre de mujer
la preñez del tiempo.
Bajo una luna de hierba
escondía una flor.

Título sugerente
del derredor constante del olivo
y el súmmum del sueño erotizado.
El hombre aligeraba su viaje con el precio
del suero del éter
del renacuajo
del esclavo político
y del inmenso jardín de la mujer
que horadaba en su alfombra de libélulas
el polvo desde antaño.

Para borrar la falta
el polvo
para veranear, el polvo
y en la reliquia inmensa del adiós,
el polvo del porvenir
acrecentando verdes praderas
y rosados almendros que un día se ven.

Virginia Valdominos.
 
"UNA MUJER INOLVIDABLE"

Dejaste de esperar y con valentía llegó la primavera,
tiritaban las olas nacientes, avanzabas con decisión para que en pleno invierno me encontrara con tus ojos serenos y apacibles, lo real solo cabía en tu mirada.
Eras como un sendero por el que los paseantes se desplazaban cautivos porque en tus manos, con que bordabas las lilas sobre el soldado perseguido por la muerte, había pasado las guerras de un siglo lleno de luz de vela y de ramos de cera, flanqueando los muros de un deseo de libertad olvidado.
Fuiste penetrada por frases para dar existencia al vacío en que eran abandonadas todas las esperanzas.


Susana Lorente

                                                          
UNA MUJER INOLVIDABLE

Se conocieron en una fiesta de la parroquia. El tenía aquel día un catarro espantoso. Cuando se despidieron le murmuró a ella: ” ¡No le doy un beso porque estoy acatarrado!” . Y ella, antes de que pudiera reaccionar, se acercó, le plantó un beso en la mejilla y se dio a fuga espetándole:”¡No se preocupe!¡Que soy enfermera!”.
Hacía ya dos meses que ella trabajaba con dedicación y alegría en el pequeño hospital de su ciudad. Desde muy pequeña había soñado con ser enfermera y por fin vivía su sueño con entusiasmo.
A los 6 meses del primer encuentro en la fiesta de la parroquia se casaron. La familia de él y su propia familia aconsejaron que  se dedique exclusivamente a sus labores. Ella era entonces muy jovencita, muy enamorada… Sin darse cuenta de la dimensión de su renuncia, se quedó a cuidar de su casa.
Y empezaron, uno tras otro a llegar los hijos. Se dedicó a ellos con amor y abnegación como correspondía –según le habían enseñado- a una buena madre. Su marido la veneraba como una madona y algunas noches especiales no prohibidas por la iglesia, la festejaba a lo grande. Pero eso no alcanzaba a hacerla totalmente feliz. Una pequeña espina rozaba permanentemente su corazón. Deseaba trabajar de enfermera. Pasaban los años  pero cada vez que lo evocaba su marido fruncía las cejas  o alzaba los hombros o peor aún, al día siguiente caía enfermo.
Los hijos crecían y nuevos hijos llegaban pero la pequeña mujer fuerte seguía fiel a su marido y a su deseo.
Cuando nació el duodécimo, recibió una carta expresamente dirigida a ella  del ayuntamiento  que le otorgaba un premio por ser la madre de la familia más numerosa de su pueblo.
Era la época de Franco y las cámaras del Nodo recorrían todo el país en busca de vidas ejemplares para la ideología del régimen. Cuando el periodista se acercó a ella para felicitarla por haber parido tantos hermosos hijos para la patria, ella contestó con una dulce sonrisa: “ No les he dado la luz para la patria, señor… Les he dado a luz para la vida.”
Cuando terminó de amamantar a su decimocuarto hijo decidió empezar a tomar la píldora sin consultar a su marido que siempre se había opuesto a cualquier tipo de medio que se interponga a la voluntad divina.
Poco tiempo después  cuando dio por criado el más pequeño, el día mismo donde el niño fue por primera vez al colegio ella retomó el camino del hospital donde había trabajado unos meses hacía ya  más de 30 años.
Fue un golpe muy duro para él que no se lo esperaba pero no dijo nada de nada.
Cuando 15 años más tarde ella se jubiló tras haber disfruta plenamente su sueño hecho realidad, por primera vez él la fue a buscar a la puerta del  hospital, llevaba un gran ramo de flores y le dijo, agarrándola de la cintura y colorado como un colegial:
“¡Tenia tanto miedo que te enamorases del médico jefe”.

Claire Deloupy Marchand









UNA MUJER INOLVIDABLE

Creíste haber nacido de la nada,
empecinada en retorcer orígenes
bajo el entramado de tu nombre.

El mañana carecía de prestigio
mientras tus manos adolecían
de hastío y desamor acumulado.

Nada requería tu presencia y,
sin embargo, abarrotabas instantes
y toda conciencia desaparecía.

Fuiste un ejemplar excepcional,
en los límites de lo humano:
una mujer inolvidable.

Carmen Salamanca







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