domingo, 17 de abril de 2011

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 16-04-11





GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 70- 16/04/11
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


Todos los dibujos son de Miguel Oscar Menassa

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

Hoy descubrí una veta masoquista

en mi personalidad incrustada,

sucia veta que surca la amatista

corrompiendo la red acrisolada.

Cual abyecto gusano habría muerto,

enroscado al punzón, acurrucado

en la pequeña cuna del tormento,

si al masoca no hubiera confinado.

Esta vena de cómico suicida claudica.

Menos mal, más vale tarde

que siempre fracasar haciendo alarde

de un dolor previsible y homicida.

¿Por qué dejar hablar a un ignorante?

¡¿Por qué dejar gozar a un mal gozante?!

Kepa Ríos Alday

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI MANERA DE SER

Mis maletas tienen el peso majestuoso

de un cristal blanco etiquetado.

Acaban de posar sus alas

a lo largo de los andamios

que dibujan mi vida.

La mirada ha envuelto los ojos

y el aire torna, cresta abajo,

una emboscada milenaria;

hoy y mañana tirando sobre el músculo.

Un viejo collar hace de estrellas,

tira su disfraz y desprovisto de papel

riega la urgencia y se vuelve herida.

Habitación esplendida donde se conjugan

los gemidos que salen del espejo

se deslizan apresurados sobre la rendija.

El estaño ama su tormento,

inalterable al aire,

deposita el oxido en la escalera;

un pensamiento se retrasa y cae en sueño.

Mis maletas parecen esperar otra orilla

con mesas de seda, con zapatos de tránsito

pasan filas y derraman la sangre de mi mano.

Mi rostro, en el anden, cojea con los ojos abiertos.

Clémence Loonis

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

Pensar del viento que me cruje

que me baña de espaldas

que me mueve la hipocresía y la templanza

y me abraza desde la eternidad y me miente.

Que me quita los días

las válvulas incandescentes de la locura

la belleza inaudita de los porqués

vertida al infinito de los sueños.

Pensar del mar que me encoge

que traza de estrellas

la cuna de peces inservibles

que me asalta la compostura

y estampa la melancolía de las olas

en mi boca.

Como camelias

de botella vacía de sol

volando del revés

a la humanidad.

El destino de los perros

sorprendidos por un semen de venganza

en que hierve la aurora de los pobres.

Que ha bordado sobre el oro

el manto triste de la muerte.

Virginia Valdominos

¿SEREMOS?

Divisible,

intermitente,

de a trechos,

por instantes,

algo geométrico que respira

una cuarta dimensión inexplicable.

Siento una cierta

milenaria identidad

y en ti

la dispersa evocación

del dios buscado.

Ven,

cierra los ojos para ver.

Excavemos a fondo

en las cortezas,

crezcamos,

para que un día,

hoy mismo quizás,

perforemos las murallas

y como saetas

saltemos como espléndidos caballos

al espacio,

estallando en sonoro festín…

como dos cuerdas.

Rosalba Pelle

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

Hoy, al levantar los ojos hacia el cielo,

sentí bajo mis párpados la pesadez de la muerte.

Grité, hasta aullentar las tormentas

que humedecían las aceras solitarias,

y la luna, con su blancura, cego mi visión.

Cuando nadie quiso la pena,

arranqué de mis labios los dulces arrullos

y me vestí de dolor.

Cruz González Cardeñosa

HOY DESCUBRI UNA VETA MASOQUISTA EN MI MANERA DE SER

Explorador de fondos, descubrí peces sin color y

hundidos buques de guerra en mitad de la nada.

De lo imposible hice desierto ocultando la arena

y al fuego conjuré la sierpe envenenada del amor.

Comulgué puntos y desfilé todas las capitales

sembrando la peste lupanar en cada calabozo y

en las cunetas, los besos libres de toda promesa,

derraparon, bajo tu falda, la pasión de la espesura.

Hoy descubrí una veta en la siniestra espalda

una cruz sin parábola entre la escápula izquierda y

el amo diestro que ordena y condena aventuras:

cómo los cuentos de infancia que a la luna le ladran

cómo los lobos que abuelo bautizara para que fueran manada

cómo la quiebra furtiva que asola, en solar, una casa.

Hoy descubrí en mi manera de ser

escombros del ayer y en el mismo instante de ver,

madrugaron las palabras.

Carlos Fernández

HOY HE DESCUBIERTO ALGUNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD.

Soy la que sólo sabe dolerse,
la esclava que goza al chasquido del látigo,
la que aplaude el golpe cuando el golpe
se precipita sobre su fracaso.

Soy un volcán que pide la lava de tus caústicos besos,
la quemadura de oro sobre la piel del tiempo,
el incendio que acabe con su sutil belleza.

Quiero arrastrar mi cuerpo por el fango,
y dejar que me marquen tus sandalias,
huellas de tu existencia sobre mis huesos frágiles.

Añoro tu mordedura venenosa en mis entrañas,
la sensación de miedo mezclada con la noche,
un goce que no alcanzan las palabras,
un goce todo carne, como de cerdos en la piara.

Pégame, hunde tu violencia de muchacho
entre los pliegues de mi soledad,
enciende mis motores con esa leña inmemorial.

Él se levantó sereno, con la mirada más cruel
de que era capaz. Sentí que hoy
por fin, me haría gozar hasta el final, me mataría
y con voz queda, pronunció el maleficio,
la llave del dolor más extremo,
la infinita tristeza, el abandono:
“Hoy, no te pegaré”.

Alejandra Menassa


HOY ME HE DADO CUENTA DE ALGUNOS ASPECTOS MISERABLES DE MI VIDA II

Sin saber nada de la vida

veo como se aleja el mar a pesar de mi insistencia en alcanzarle,

siento como me hundo hacia el infierno

donde el limbo hace de la nostalgia

la incertidumbre del flagelo en la oscuridad del viento,

pero también el túnel que da cobijo al frescor de la mañana,

aún en el medio día, en el que el sol descansa sobre un atril de luz.

Camino en el crujir de las hojas, el tacto de la reja,

me aferro, como se aferra el condenado a la prisión que le libera.

Te veo al otro lado y me doy cuenta de que no soy la que buscas,

y te siento ajeno, porque quiero hacer de mí lo que nos separa.

Quieres que negocie con los fantasmas que me acompañan,

y que escape hacia el beso humano que aniquiló

a los amantes vibrando por un vuelo de placer.

Quieres ser Dios en mis entrañas,

regocijarte del mundo sin vacío,

en un corredor que lleva el tránsito de la cordura,

sin llegar a ninguna puerta.

Me matarías sin piedad, violarías lo inviolable

solo para borrar el trazo de mi nombre,

profanarías mi cuerpo pensando que con eso

alcanzas las más altas cumbres de los Andes por amor.

Pero hoy, te voy a cuidar de mi,

y aunque sea el cuerpo de la mujer

al que vuelca la eternidad su esperanza,

no te daré la vida,

te resucitaré con un plato vacío frente al que esperas

en los ojos entornados del que entrega su goce,

con el fuego llamándote a las espaldas

en el nacimiento del poema.

Un día cuando Dios te acompañe,

otro, cuando el tiempo recaiga en la losa inscripta del porvenir,

me odiarás con el miedo del que zarpa aceptando una guerra

que sin saber hizo suya.

Y entonces me preguntarás porqué tanto odio

si nunca te prometí los ángeles,

si nunca te pedí nada cuando el mundo era el temblor

de una libertad sexual que sucumbió a la inexistencia.

Me cortaría los dedos solo por ser la sombra de tu felicidad,

pero hoy ya no puedo renunciar a tu ilusión,

y te pienso llegando en el instante

de penetrar mi cuerpo de mujer enamorada y proclive a la profanación,

en la que encuentras la generosidad del que escucha.

Mi gracia es tu futuro, mi deseo tu sexo abierto al sol,

mi corazón un fragmento de página rota por la palabra.

Susana Lorente Gómez



HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI MANERA DE SER

Columpio mi cuerpo en el pretil

que asoma a la cloaca.

Aliso las arruga del tiempo

en la mirada que me fija

al azogue desvaído de la mañana.

Quiebro el frágil cristal

que fija mi latido a un ritmo

ya lejano, insistiendo en dormir el porvenir.

Descubro la veta masoquista

que alumbra mi ser.

Pilar Rojas

HOY ME HE DADO CUENTA DE ALGUNOS ASPECTOS MISERABLES

DE MI VIDA

Entre mis entrañas,

en esa parte íntima,

cara oculta y escondida de mis vertientes,

anidan los aspectos más miserables de mi vida.

Habitan sus adentros, las bestias y las flores,

tiburones y pequeños pececillos que, de la mar,

han tomado su furia, para desnudar, en un solo gesto,

los arrozales y las magnolias que de continuo

entran y salen salvajemente a la superficie.

Ellos son los que sin precisión continúa,

estallan y reverberan los sonidos alienantes de mis días

aplausos de explosión que emergen de la plácida nada

e inundan la soledad de mi vergüenza.

Aires miserables con consistente insistencia

que inundan y persiguen mi ser

delatando su inmundicia.

Magdalena Salamanca

HOY ME HE DADO CUENTA DE ALGUNOS ASPECTOS MISERABLES DE MI VIDA

Detengo las horas entre juegos de palabras.

Mundo sin sentido,

donde las mutilaciones tienden la mano

a un nuevo amanecer cotidiano de silencio.

La revolución,

hace temblar mi nombre

en pedazos de luz

que acuno entre mis brazos.

El silencio se agrieta en frenético vaivén

para llamar a mi cuerpo

entre caminos de sangre,

despertando con el eco de las voces milenarias

que desamparadas,

arrasan la palabra en piruetas efímeras,

para ocultar,

en una vuelta más,

los bordes miserables de mi vida.

Soledad Caballero Castro.

YO NUNCA HICE EL AMOR SIN TENER GANAS

Es cierto, envainé

mis lágrimas cuando el horizonte

cubría de dunas y amalgamas desteñidas

la crudeza de mi rostro.

Hipnoticé mi canto

al abrigo de improvisadas artimañas

cuando el dolor desprendía

fatídicos aromas de rendición y desidia.

Paralicé, incluso,

el rítmico fluir de líquido en mis arterias

cada vez que la sangre ponía mi corazón

en pie de guerra, porque había que crecer.

Es cierto, intenté

vender mi alma a cualquier postor

mientras la verdad arrasaba los límites,

pero yo

nunca hice el amor sin tener ganas.

Carmen Salamanca.

HOY HE DESCUBIERTO UNA VETA MASOQUISTA DE MI PERSONALIDAD

Mi silencio era propio de un objeto impropio,

era como una noche en un desierto que no existe,

una magnífica polémica anclada en la mirada,

giros sin letra en una memoria imperturbable.

Locura sin huellas, razón sin máscaras

recursos minados por la civilización

absorta en los cuidados prefabricados.

Desliza, sustituye, revierte, consolida.

¿Pétreo dolor o silencio petrificado?

¿Acústica insonora o voz sin palabra?

Se ha roto la distancia a ninguna parte

Se ha sellado lo cerrado y lo abierto.

Ardo tras la piel y sobre sus cavidades

más austeras y más superficiales.

Me propongo una muerte duradera

una vida incendiada por palabras.

Amelia Diez.

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

Hoy descubrí que inmolarse delante de todo el mundo, no sería suficiente para mí. En las cuestiones del dolor mi personalidad pide acciones extremas, algo así como una central nuclear a punto de estallar, un volcán en erupción o un pequeño desprecio surcando de lado a lado mi rostro.

Porque ¿hay acaso algo más doloroso e infame que ese salivazo arrojado con amor, casi con piedad, por aquel a quien deseamos ofrecerle nuestro amor?

Pero dejemos estos detalles de lado por un momento y centrémonos en el salivazo, en el húmedo exabrupto que se desprende casi sin querer de sus labios. Su gota milimétrica, ese océano imperceptible y tibio, cae con su ácido, quemando nuestro rostro, sin que nos atrevamos a limpiarlo con un gesto distraído de la mano.

Allí instalado, en la mejilla o sobre el mentón, iluminándonos con su radioactividad toda la cara, sentimos cómo poco a poco se va enfriando hasta quedarse helado, rígido como un balazo que nos destroza el corazón.

Su efecto melifluo e infernal, en cierto modo sugestivo, agasaja y convoca rápidamente los reproches mejor guardados, que en lugar de ser convenientemente expulsados con los insultos más apropiados, se quedan allí concentrados, atesorándolos, alimentándolos como perros rabiosos que devoran lentamente y sin piedad el cadáver incorrupto de mi propia personalidad.

Ruy Henríquez

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

“No te alarmes”, me dice Almafuerte

al abrir su libro al azar:

“He aquí un pájaro agitando desesperadamente

sus alas rotas, quiere alzarse sobre la tierra

donde yace, quiere volar”.

Entonces descubro esa franja

de dolor agazapado, feliz,

que quiere vivir su propia vida en mi piel.

Sobreviene el silencio.

Desde el corazón pienso que en el amor

surge algo de bestia y de diablo;

ese goce en la tristeza, en la mentira

que destapo igual que cuando veo

las olas del mar rompiéndose en la orilla.

Extraña en la travesía

abro esa vena de sangre roja

y la dejo en este poema,

desnudo en los océanos de otros mundos.

Mónica López Bordón

HOY DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA DE MI PERSONALIDAD

Se levanta, como un cuerpo sin dueño, camina por la estancia rumbo ausente.

Ser deshabitado, hace días que no siente la piel,

su nombre se perdió en ecos de voces desconocidas

que lo sumieron en esta desesperada soledad.

En la noche, puede uno confundirse con las sombras,

perderse en los aullidos del destierro

y embarcar en sueños de abrazos confundidos,

derrotas sublimes, frías esperas.

Cruel obrero, levantó altos muros de silencio,

privado Alcatraz para su propia locura.

Verdugo y prisionero, perdió las llaves para evitar la duda.

Quién necesita golpes si crea sus propias zancadillas.

Descuartizada espera, los latidos desoyen el vacío,

atraviesan el húmedo corredor,

última estancia de los cálidos cuerpos.

Cesa el aliento, comienza el final,

el verso se precipita en las letras. Muero.

Helena Trujillo

DESCUBRÍ UNA VETA MASOQUISTA EN MI PERSONALIDAD

Acuciada por voces insistentes

que reclaman la dureza del látigo lacerando

el cuerpo que se ofrece

impuro al holocausto.

Goza en el dolor,

empobrecido yo

enfrentado a la muerte.

Corcel enamorado de su imagen,

acorralado sin saber

en sus deseos imposibles.

Olga de Lucia


HOY ME DÍ CUENTA DE ALGUNOS ASPECTOS MISERABLES DE MI VIDA
"Maté a mi padre, comí carne humana y tiemblo de alegría"
P.P. Passolini
Hoy no es exactamente hoy, porque hablo de algunos aspectos miserables de mi vida, desde el primer malestar pedregoso que me hicieron recordar ciertos parrafos que decían: soy repugnante, mísero, cobarde, mezquino depredador de amores en la visión de planos semejantes a campos erizados en ídolos.
Imágenes de religiones muertas, recordadas en pesadillas cual tosco jinete de cometa enloquecido.
En esos trajines, el ruido es ensordecedor y mi imaginación carece de agujas sin relojes.
Fugas rituales golpeando puertas de mi cabeza en ventanas de costas repulsivas, donde ni yo mismo puedo hacerme sombra.
Me pregunto entonces: ¿Qué perversa alquimia me arroja a los abismos de almas como ciudades perdidas?
Someto a pequeños animales y a niños, a torturas sin nominación, de esas que después llevan a los hombres a destruir materia viva y me invade un sudor frío, sin edad frente al insondable fondo marino que se abre entre el presente y los aullidos agónicos de otrora.
Permanecí callado acerca de mis miserias hasta la mayoría de edad, para poder abrir una historia y actuar en consecuencia.
Hasta ese momento, se trataba de investigaciones incontroladas sobre antiguedades espirituales de interés genealógico, donde mi silencio perfecto, ya afligido, tocaba a su fin.
Por bromas de mal gusto y celosas curiosidades, adquirí la costumbre de dar largos paseos nocturnos por el desierto, dirigiéndome hacia donde mis impulsos señalaban. A medida que avanzaba en las excavaciones, decubría bloques sueltos de aventuras inconclusas, pero no hallaba restos de construcciones humanas. Encontré ciertos símbolos que parecían coincidir con leyendas perdidas en tiempos inmemoriales, cóncavos y convexos,
vinculados a horrores olvidados.
No encuentro un aspecto mezquino, sino un conglomerado, una manifestación en estado de erupción volcánica con momentos de tregua en los repliegues profundos de mis superficies.
En general, observo el mundo desde alguna cornisa alquilada, encuentro mis bajas e incontrolables pasiones del subsuelo, desmenuzadas como pan rallado y apenas tengo fuerzas para caer desplomado en travesías santas de nazarenos respingados, mientras reviento alguna estación en is partes nobles, sin darme aires de superioridad y sin contemporizar ni pretender imponer mis gustos ni tener en cuenta criterios ajenos, empeñado en hacer un listado del cúmulo de dificultades que supone renegar de miserias.
Jaime Kozak