sábado, 27 de marzo de 2010

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 27-03-2010


GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 47 - 27/03/10
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa

Todos los dibujos son de Miguel Oscar Menassa

HEMOS RECIBIDO LOS SIGUIENTES APOYOS A LA CANDIDATURA DE MIGUEL MENASSA AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010:



LA MUJER Y YO, DESPUÉS DEL POEMA 19

El acto de leer hace que este nuevo comienzo inaugure un nuevo texto.

En el poema 19 Él está ocupado en vivir como un artista, “a partir de mañana he de vivir/ como un artista, un escritor distinto.”, mientras Ella sigue ocupada del amor “Qué simple es nuestro amor/ tenemos motivos para amarnos/ y son tan poderosas las razones/ que nada puede alterar nuestra armonía.” En la conversación entre ellos sigue estando presente la diferencia; Él sigue hablando: “Estaba hablando, le dije,/ de poder vivir como lo que soy,/ un artista del verbo, un poeta del color/ y eso, en principio, carece de armonía/”, porque Él sabe que si los finales existen, “no es que nada termine/ es que el hombre ha de dormir un día,/ un día ha de morir.” A estas cuestiones Ella responde: “La vida para mí es muy sencilla:/ vives conmigo, me mantienes, me amas,/ cuando me besas, me deseas/ cuando no me besas, no me deseas,/ así de sencillo,/ el arte es el arte y la vida es la vida.” Sin embargo, “Ninguno de los dos pensaba,/ exactamente, lo que decía./ Cada uno, montado en sus palabras,/ defendía con uñas y dientes/ su propio capricho./” Para Él la vida es el verso el que la hace, y el amor también ha salido de un verso escrito, para Ella la cuestión es “de mí ¿qué amas, con qué te diviertes?”. Y Él se lo dice hablando sobre Ella: “Me divierten tus desplantes,/ tus depresiones,/ tus alegrías exageradas./” Y más aún, Él la sigue considerando su fuente, la causa de todas sus acciones: “tu tesón me hace ir a trabajar,/ tu deseo de vivir con un gran hombre/ me fue haciendo escritor/ y tus celos, disparatados y casi sin motivos,/ despertaron en mí deseos…”, después de decirle que ha hecho de Ella su causa, le dice: “Te amo por todo eso, ¿te parece poco?/”. Ella no quiere que Él cambie, pero piensa, “no entiendo porqué este hombre/ se conforma con tan poca cosa…”, podríamos decir que Ella sigue soñando con relacionarse con Dios y con su madre.

Y así, en el poema 20 se muestra su manera de no aceptarse deseante, mortal. “Ella me busca, siempre, todo el día/ pero hace de cuenta que no me busca nunca.” En cuanto al amor y al sexo, Ella dice: “lo hago porque a los hombres les gustan esas cosas./” y prosigue, “llamar deseo a mi caridad me parece exagerado.”, sin embargo se deja entrever algo de su deseo, “pero decir que me gusta todos los días/ y que, a veces, te espero con ansiedad,/ es, francamente, una exageración.”. A Él eso le duele, pero nada cambia, sólo cuando Él nombra a otras, Ella muestra su deseo en forma de obligación: “Está bien, dijo ella, esta noche,/ cuando vuelvas del trabajo,/ haremos el amor.”

Después de la sublimación que supuso la producción del amor cortés, que hizo que se pasara de una valoración de la tendencia sexual a una valoración del objeto femenino, Él dio un paso más, e hizo de la Dama una mujer, terrestre y gozante, la humaniza y encuentra en Ella el fundamento de su deseo, en cambio Ella no cesa de permanecer en ese lugar inhumano, el lugar de objeto deseable, un objeto que siempre habla del deseo de otro, alienada al objeto queda lejos de poder tomar su posición de sujeto deseante.

En el poema 21 Él nos habla de sus leyendas sobre ellas, “porque me habían contado cuando pequeño/ que las mujeres lloran, se quejan, reivindican/ todo el tiempo o casi todo el tiempo,/ pero cuando una mujer comienza a reír/ es porque el amor rompió en su crecimiento/ la celda oscura de su corazón/ y, llegó encendido,/ al centro de su cuerpo.”

En el poema 22, Él habla de la escritura y Ella del amor, “cuando me pongo a escribir no puedo,/ luego escribo pero ya no soy yo.”, dice Él, y Ella responde: “Como me pasa a mí con el cuerpo,/ cuando me acaricias no siento nada/ luego mi cuerpo se pone loco de pasión/ pero ya no es mi cuerpo.”, y el poeta nos muestra su manera diferente de recordar, Él dice: “Una vez, recuerdo, un gran marino/ se posó en mi mano derecha/ y escribí versos donde el mar me amaba./ Y con la mujer del aliento perdido/ fui todo el tiempo viento desesperado/ y nunca llegamos al amor o a la letra/ pero rompimos la montaña, hicimos la noche./ Y Ella: “Recuerdo, recuerdo, dijo ella,/ cuando fuimos esas águilas fusiladas/ y tú escribías de nuestra patria/ y del dolor/ y de la sangre caída inútilmente.” En ambas maneras es Él el que escribe y Ella la que habla.

En el poema 23 Ella le pregunta a Él por el exilio, y Él va respondiendo: “Cuando la plata de mi río canta/ hasta el sol se estremece tal cual un hombre,/ lujurioso, frente a los brillos de la amada.” Y, todavía, “Ningún viaje más alterara mi vida./ Me quedo aquí, al sur de Europa,/ en Madrid, para siempre, escribiendo.”, “Todo pasó por mí y todo se alejó./ Nunca retuve nada y nunca/ dejé que nada se escapara.”, “Puedo asegurarte, mi amor, que,/ exactamente, en medio del dolor,/ el espectáculo de las rosas creciendo,/ al paso de los años, era maravilloso./ Está bien, dijo ella,/ me doy por enterada.”

La historia de las formas de relacionarse, las formas de presentarse uno al lado del otro, como las formas de amar, son infinitas, pero tanto hombre como mujer, estructurados por la escritura se van construyendo en la poesía bajo la interpretación del psicoanalista. Esto quiere decir que además de los procesos de la economía social histórica, está presente la incidencia en la historia de los procesos de la economía psíquica inconsciente, del inconsciente estructurado como lenguaje.

No hay realidad prediscursiva, los nombres no son consecuencia de las cosas, el lenguaje genera las cosas, como dice Menassa en el título de uno de sus poemas, “La muerte, una consecuencia lógica de la palabra”





LA MUJER Y YO, UNA DIVISIÓN QUE DEJA HUELLA
Hay divisiones exactas y divisiones que dejan restos, que dejan huella. Este libro deja huella en nuestro ser, nos hace des-ser una vez más, para nacer a un nuevo ser, un ser que deja de ser permanentemente.
Un libro para cada uno es la suma de las lecturas que va produciendo, donde leer es hacerse sujeto de la lectura.
En el poema 24 Él sigue hablando acerca de Ella y su relación con el dolor, el goce y el dinero: “Ellas, a mí, siempre me engañaron:” y nos dice cuál fue el engaño, “Cuando había un dolor, lo engrandecían/ cuando había una alegría, la empequeñecían./ Todo gran triunfo siempre era casi nada,/ todo fracaso conseguía en su decir/ ser el peor de todos los fracasos del mundo.”, después cuando gozaba decía, “está bien, no fue tan malo/ y cuando no gozaba porque no quería/ o porque mientras hacíamos el amor, / pensaba en varias cosas del trabajo,/ o su madre siempre a punto de morir/ o algún amante que, cuando joven,/ la rechazó y la quiso con locura,/ ella convocaba una rueda de prensa”. Y “Con el dinero siempre me decía/ que no le alcanzaba para nada,/ después, para mantener el engaño,/ el dinero que le sobraba a fin de mes,/ lo regalaba…” , o bien, “lo tiraba mientras caminaba tranquilamente” , y en todos los casos siempre le parecía que era poco el dinero que le daba. Él muestra que el dinero era un calmante para Ella, y el lugar donde mostraba su ansía de volar, la alegría plena de la libertad.
En el poema 25 hablan del cuerpo: “El cuerpo era una verdad incuestionable/ pero nadie encontraba la manera de decirlo./ Venía, se imponía sobre todo y, al partir,/ dejaba un temblor en el ambiente/ que nadie podía reconocer como propio./ La tiranía de nuestro cuerpo/ sobre nuestra vida, no tenía límites./ Cuando estaba presente/ lo rompía todo con su prepotencia.” “Y cuando el cuerpo no está,/ ahí, el hombre, comprende su esclavitud.”
Sabemos que todas las necesidades del ser que habla están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción, la que se satisface a nivel del inconsciente, y cuyo soporte es el lenguaje.
En el poema 26 llega un poema que cuenta la historia de un hecho transformado en acontecimiento por la poesía, porque “He de vagar por donde el mundo vaga/ y, cuando el mundo todo se detenga,/ yo escribiré, en un verso, ese silencio/ y pediré a la rosa que florezca/ en la estación precisa, con el color exacto/ y amar humano amor y, también, las sombras,/ los silencios a los que no llega ninguna humanidad.” Y da cuenta del chapapote en el mar de Galicia, “¡Abrid los ojos, ciudadanos! Ahora,/ que distraídos están los gobernantes/ y recordad el chapapote/ y la lujuria del dinero negro,/ la negritud, espléndida, de las armas negras/ y el chapapote del racismo, también, / contra los ciudadanos negros.” Y el poeta no deja de escribir alguna verdad sobre Ella, cuando Ella misma dice: “No me parece mal que, de tanto en tanto,/ la vida te condene a que te creas Dios/ porque, para mí, querido, lo eres todo el tiempo,/ hasta cuando la bruma del humo sombrío,/ inexistente y dramático, me deja sin ti,/ yéndote a galope tendido en el poema.” Y el poema termina con una lectura de la situación: “En un país rodeado por el mar,/ habíamos elegido un gobierno/ que nada conocía del mar.”
En el poema 27 “siempre seremos tres, tres ataduras,/ tres vertientes oceánicas en tu piel” y madre, mujer y muerte, se pliegan y se despliegan en forma de poesía. Y Él le da sus claves a Ella: “Apuesto mi vida, les dije,/ a la inteligencia de mis manos/ porque mi hombre no se hizo viviendo/ todo lo que toqué de humano y de verdad/ lo conseguí escribiendo versos míos y ajenos./ Ahora, querida, me toca vivir,/ vivir, simplemente, sin hacer nada.” Y el poema termina con una conclusión, una enseñanza: “En el ejemplo de vivir, vivir es el ejemplo.”
En el poema 28 el poeta nos dice que su riqueza son sus palabras sobre la muerte, la locura y la mujer. Y a Ella le hace decir: “Me gusta cuando hablo, me dijo ella,/ entrar en escena después de mis palabras.” Tal vez en este poema se ha dado cuenta que está hecha de palabras, que la historia de la mujer como la del hombre son palabras escritas, que no sólo somos después de hablar sino que somos lo que se ha escrito sobre nuestro ser.
En el poema 29 Ella sigue pensando que Él proviene de Ella, mientras Él piensa que ha aprendido a hablar. “ahora los dos juntos, tal vez, podamos aprender/ que siempre habremos de alcanzar alguna altura/ y, después, siempre y cada vez, habremos de caer,/ lo mejor es, entonces, aprender a caer como un atleta/ para quedar saludables y en condiciones de empezar/ a subir, nuevamente, amando y volando, a las alturas.” Y Él nos dice: “Hay días que pienso que no merezco, del mundo,/ sino aquello que el mundo me concede./ Lo que el mundo no me da y es necesario,/ lo consigo yo mismo, trabajando./” En cambio Ella, nos dice Él, “Ella, en definitiva, destruye todo/ lo que se interpone entre ella y yo,/ aunque sea propiamente mi sexo./
En el poema 30 Él nos dice que es un creador, “ejerzo el poder de la incertidumbre./ A veces, sin embargo, me detengo,/ hay frases que no puedo escribir,/ es como si quisiera estar muerto./ Luego pienso lo que dirán/ de mi sexualidad después de muerto/ y se me van las ganas de morir./ , y nos confiesa un secreto de Ella, “al mínimo goce de su alma,/ concluye el movimiento, rompe la cítara/ y vuelve con toda tranquilidad a su tumba.”
Se van desplegando las problemáticas del hombre y de la mujer sin buscar ni encontrar ninguna solución encerrada en algún sentido, sino quedando hecho escritura, escritura como máquina que hace posible lo imposible, sin que deje de ser imposible.



COMENTARIO DE: NO VE LA ROSA Autor: Miguel Menassa
Editorial Grupo Cero
Madrid 1989, 284 pag.


Primera impresión: La vida puesta en palabras, mérito del lenguaje que nos ha sido otorgado para que atestigüemos lo que somos.
Hablar supone un poder oír que no es precisamente su consecuencia, sino que es el supuesto previo para hablarnos. Desde este momento en que somos una conversación, la novela ha sido su semblante. Actos, episodios, tragedias, imaginaciones puestas al servicio de una épica, todo lo que transcurre, todo lo que la vida o el pensamiento lleva y trae, un moverse en el tiempo, un transcurso o un devenir que no es del todo suficiente, ya que no alcanza el estatuto de lo que permanece, porque que lo que permanece es lo que funda la poesía. Juntarlos es arribar a ese entrecruzamiento donde la diacronía es interrumpida por la sincronía de lo que emerge de tanto en tanto como la llama que alumbra o el alma que asoma como un poema en medio de las relaciones que formarán el relato. Esta fue la intención no intencionada de este poeta escribiendo una novela.
En No ve la rosa, se muestran al desnudo las técnicas de escritura y se procesa el modo de creación en el hombre, en tanto el autor escribe como si de una novelista se tratara y a su vez la novelista es un personaje de la novela.
Está escrito y esta novela lo escenifica, que las diferencias son márgenes que evitan los encuentros, pero los encuentros son imposibles de cernir, sólo las palabras pueden encontrarse y esta vez para que nuevos sentidos traigan un viento nuevo, que como viento se detendrá en algún punto, pero que no dejará de ventear.
De los personajes de No ve la rosa, sabemos lo que piensan y lo que sienten, pero también lo que hacen. Los protagonistas a veces se sitúan desde el punto de vista del narrador, aunque el autor ensaya todas las posiciones, en tanto los personajes tienen diferentes modos de presentarse y de ser presentados.
Es interesante ver como el autor instrumenta sus conocimientos del alma humana y de la poesía, en el orden narrativo, para crear los múltiples personajes que son diez y seis, que en su diferencia divergen y convergen despejando al protagonismo del rol, para que surjan esbozos de formas nuevas del protagonismo.
Menassa intenta hacer surgir mediante una novela, es decir mediante una construcción ficticia, un hombre, una mujer, que si no existen, existirán. Nos señala un proceso histórico donde se amalgaman el hombre y la mujer, aunque sus personajes no lo adviertan del todo.
Si tratáramos de encontrar un protagonista, tendríamos que decir que esta vez se trata de Mujeres, así en plural, porque lo que las define y lo que importa es que ellas entran en relación. Ellas se hablan como las palabras, entre sí, y en esta novela son varias mujeres las que habitan el universo del lenguaje.
Ante la mirada del lector se desarrolla la relación de la mujer y la creación, la mujer y el trabajo, la mujer y el sexo, la mujer y el dinero, la belleza y los celos como claves del poder femenino. Es una mujer atravesada por la escritura, una mujer que después de este encuentro tendrá otro poder, con la condición de que tendrá que querer ser algo más, porque ha arribado a la comprensión de que ser hombre o ser mujer es poca cosa para el hombre, ya que la humanidad le pasará con otros hombres, con otras mujeres.
A veces confundimos realismo y verdad, pero cuando nos acercamos a un texto literario para investigar estos términos, realizamos una operación no pertinente, que equivale a leerlo como si no fuese un texto literario.
Si se tratara de autenticidad, es más auténtica la obra que la vida de un escritor. Tiene su coherencia propia, tiene su puntuación. Los fracasos de su propio personaje, el autor, no hablan todavía de sus personajes de ficción.
Los personajes de la vida son mas surrealistas que los personajes literarios, llega a decir el autor. Hay personajes que se recuerdan por mucho tiempo y que nos hacen olvidar al autor. Josefina desplaza al escritor y el acto de la escritura queda en sus manos.
El hombre en estos tiempos, dice un personaje de la novela, ha llegado a pensar que hay una medida, también para la humanidad.
En ese punto donde la humanidad se olvida, todo lo humano le es ajeno, considera que la máquina herramienta, el ordenador, el robot, son mas potables para su idealización, son mas perfectos, mas inmortales, pero sólo se trata de la ilusión de un porvenir, porque decepcionado ante el descubrimiento de la muerte de los otros, prefiere seres mas duraderos y posibles de sustituirse rápidamente, que no lo hagan concluir. En esta novela viven como si fueran a morir, pero morir no quieren.
Vivir es sencillamente lo diferente. Y durante una semana, tiempo cronológico en que se desarrolla la novela, nos demuestra el autor que el tiempo es una encrucijada que no tiene solución, que sólo se trata de poner la máquina a andar para que se recobren algunas funciones inhibidas, olvidadas, adormecidas.
Los personajes nos aseguran su existencia ciudadana, Madrid, Buenos Aires, Nueva York, grandes torres queriendo tocar el cielo, pero entre ellas se eleva la poesía a la altura de los grandes clásicos. Es así como se van despejando varias incongruencias históricas, en tanto no es el saber lo que mata, no es el sexo lo que enloquece, no es la represión la que producirá mas civilización, ni nos hará mas civilizados. Cae por tierra la cronología ya que no se trata de medir la magnitud del tiempo, es otro el tiempo que queda inaugurado como escritura en la novela, donde estando aún presente las edades, las clases sociales, las diferencias sexuales, no son estos los senderos que recorre el autor, ni esta la manera que rige los modos de relacionarse de los personajes.
Son veinticinco capítulos donde en cada uno algo se retiene en la memoria, una enseñanza, un silencio que late, una torpeza que se desvanece, una interpretación universal, una noción o punto de vista que desvía para siempre la mirada porque su meta es hacer surgir el pensamiento.
En la literatura se habla de una cesura en la narración, que es el corte o la pausa que regula su armonía, donde el equilibrio se desliza del comienzo hacia el final o bien del final hacia el principio, pero en esta novela la cesura se presenta en cada encuentro, en cada página, allí donde se acentúa la caída de sentidos.
El autor autoriza a que sus palabras se digan entre ellas lo que el mismo no puede entender. Los personajes son tan verdaderos como el autor. Ellos arman una arquitectura propia que es la que sostiene la novela. Los acontecimientos y su lógica son los que hacen que se pueda seguir una serie de encuentros que hacen que la novela se resista a ser enmarcada dentro de una lógica aristotélica porque tienen la fugacidad de apariciones y desapariciones donde el relato pierde lo narrativo y gana no un final, sino sólo una interrupción.




LAS EDITORIALES EN LA OBRA DE MENASSA
El primer libro editado por Miguel Oscar Menassa data de 1961, el Primer Manifiesto de 1971 y la primera editorial aparece publicada, en una revista, en 1974.
Libro, manifiesto y revista son diferentes formatos, maneras de editar, para hacer público lo escrito. En todos los casos, la historia es la escritura y en este autor, a través de las editoriales de las diferentes revistas que ha fundado, podemos leer la historia de un pensamiento en movimiento que se construye con trabajo y, donde se muestran la materia prima e instrumentos utilizados, siendo la presentación y difusión del producto parte del proyecto.
Supongamos que hemos mantenido un coloquio, ya que su escritura nos lo permite, con el poeta, psicoanalista, médico, editor, pintor y cineasta Miguel Oscar Menassa, donde las preguntas que se realizan son efecto de lectura sobre su obra. Así la primera editorial, de la que tenemos noticia, corresponde al número cero de la revista “Grupo Cero”, publicada en Buenos Aires, donde se puede leer un Decálogo del Grupo Cero, es decir: poesía y psicoanálisis.
¿El psicoanálisis tarde o temprano recurre a la poesía?
Para la poesía no fue necesario.
¿El psicoanalista tiene salvación?
La poesía sabe de su esclavitud. La salvación no tiene sentido.

En la revista “Leyendo a Freud” en 1985 escribe: ¡Cuántas veces! me pregunté a mí mismo, si era posible el mundo. ¡Cuántas veces! Me respondí sonriendo. ¡Cuántas veces! Me respondí gritando: mundo altivo y grotesco te podremos.
Claro está daríamos por ello toda nuestra energía. Nuestra propia vida y ciertas precisiones de una teoría general, serían nuestras armas fundamentales.
En principio, nos aconsejamos tomar distancia de los recuerdos infantiles; conocer el amor; hablar; leer algunos libros; escribir algún verso. Y eso fue todo.

Después de leer en 1986 la revista “Apocalipsis Cero” donde el autor habla de “una verdad demasiado fuerte para este siglo y una sanidad demasiado elaborada para tanta enfermedad”, con cierta maledicencia le pregunto: ¿alguna tendencia política? Menassa es contundente: “estamos rodeados, para la derecha demasiado modernos, para la izquierda incomprensibles. Esta vez somos los malos de la película. Para los españoles, todavía no lo somos del todo. Para los argentinos, ya no lo somos lo suficiente.
Anticipando la realidad, es decir haciendo la realidad, escribe Menassa, en la editorial de la revista “Poesía y Psicoanálisis” en 1988, lo que se postula en el 2010 como candidatura al Premio Nobel de Literatura. ¿Ha llegado el momento del poeta? “Ha llegado la hora de la victoria del poeta, y es por eso que os llamo a la interpretación. Y la interpretación os recuerdo es algo que pasa sin pasar del todo, es algo que sabe sin ser sabido. Una herida sin solución de continuidad. Algo que siempre por venir, ya habrá pasado. Como el amor, como los grandes acontecimientos, que siempre nos cogen de sorpresa y cuando se dejan conocer ya son otra cosa.
Es en la revista “El Indio del Jarama” en 1992, publicada en Madrid, donde abiertamente inquirimos del escritor: ¿por qué se dirige al mundo en forma de pequeña revista? Responde sin premura: “grandes escritores, antes que yo mismo, dedicaron gran parte de su vida a confeccionar y publicar pequeñas revistas. Y no es, precisamente, que yo me sepa un gran escritor, más bien, un saber general que anida en mí, dice que lo grande convence a cualquiera, aunque en verdad no quiero, en un sentido estricto, convencer a nadie”.
En 1997, aparece la revista de poesía “Las 2001 Noches” y en su frontispicio se lee. “Si es posible el poema es posible la vida” en los diferentes números de la revista se puede leer una antología poética, lo mejor de los mejores, tal vez por eso me anime a preguntarle: ¿cómo es el camino de la escritura?: “debo reconocerlo, me gusta andar por caminos no del todo construidos. A veces me entretengo marcando con mis pasos los límites del camino. Otras me dejo deslizar por pasos anteriores, viviendo vidas ya vividas, porque no hay mejor. No es que yo no pude escribir esto o aquello. De todo lo que no escribí ya estaba escrito y como el que repite lo hecho jamás la encontrará, yo huía, prácticamente, huía de todo pasado, de todo porvenir. Sólo me dedique a los estallidos, a las frases sin tiempo.
El primer jueves de junio del año 2000, aparece de manera virtual la revista “Indio Gris”, y como ojos de ese mundo que escucha, le preguntamos a Menassa ¿Qué le puede decir a sus contemporáneos?: “queridos contemporáneos: me parece que les he ganado. Un paso más, queridos, y ya no habrá dolor. La salida, la salida es mi voz, mi escritura. Un poco de naranjas, un poco de sol y amor al aire libre sin horarios y a vivir la década más importante de mi vida. Espero reaccionar a tiempo. El dolor de los hombres es psíquico y, a mi entender, la inmovilidad de muchos hombres y mujeres tiene que ver con el narcisismo. No querer morir nunca es un obstáculo no sólo para el desarrollo de la especie, sino de manera fundamental para el desarrollo del sujeto.
Con este breve estudio de las editoriales, nos adherirnos a la candidatura de Miguel Oscar Menassa al premio Nobel de Literatura para el 2010.






LIBROS QUE HABLAN

En el capítulo 3 de Monólogo entre la vaca y el moribundo, se establece un curioso diálogo entre el psicoanalista, el poeta y un "yo" que relata la historia. En el texto, son 3 personajes perfectamente diferenciados y en la realidad, son 3 de las funciones o lugares que Menassa desarrolla cotidianamente.
Es un texto muy bello y también es una enseñanza de vida.
La candidatura de Menassa al Nobel de literatura de este año, es un punto de inflexión que me obliga a revisar o replantear la relación que he establecido con su escritura.
Y, a partir de esta frase, todo se complica. En líneas generales, es obvio que una cosa es el escritor, es decir, su escritura, y otra muy diferente el ser humano que, a ratos, deja de lado su humanidad para sentarse a escribir.
Pero, a un nivel más particular, después de 20 años trabajando con Menassa, no estoy en condiciones de asegurar que la distinción sea tan clara.
Mucho antes de la publicación del monólogo entre la vaca y el moribundo, es decir, antes de que estuviera escrito que uno es diferente personaje según qué lugar esté ocupando en ese momento, Menassa me increpó: "No reacciones como una mujer, reacciona como un soldado".
Otro día, con motivo de un ensobrado masivo de publicidad en Ferraz 22, dijo una frase que, con ligeras modificaciones literarias, aparecería después en "Aforismos y frescores": "Las cosas grandes se hacen lentamente, a través de los años".
En otra ocasión me aconsejó: "No te dejes vencer por la realidad." que, en mi cabeza, se continúa con el aforismo: "Atacar sin fuerzas no es atacar, es entregarse".
Cuando hablábamos de cómo conseguir dinero para cambiar la sede de la Escuela, él me repetía: "La diferencia está en el uso". Sentencia ésta que daría pie a otro aforismo: "Una mejor administración de lo mismo daría otros resultados".
A medida que avanzo en el escrito, van surgiendo recuerdos de situaciones donde una frase pronunciada por el hombre Menassa quedaría después inmortalizada por el Menassa escritor, aunque hubiera sido escrita antes de yo escucharla.
Un último aforismo: "En cada libro hay un hombre que me habla", y esto es tan verdadero con Menassa que hasta me atrevería a darle la vuelta:
"En cada frase de Menassa hay un montón de libros que me hablan".




“LÍMITE UNO: EL AMOR” un poema de Miguel Oscar Menassa

Si bien, las casualidades no existen, y aunque todo recuerdo sea recuerdo encubridor, hace unos días, como por causalidad, recordé que el primer poema que leí de Menassa fue “Límite uno: el amor”. Tendría unos 16 años y por aquellos entonces vivía una vida donde la fantasía y la realidad se entrelazaban guiando mi camino.
Una noche, refugiaba bajo una enorme manto de estrellas, lejos de toda civilización, mi hermana mayor tomó un libro entre sus manos y me dijo; Escucha este poema.

Recuerdo
tu vientre de pantera
destrozado.
Mis dientes.
Tus garras
hechas cenizas en mi rostro.
Tu ferocidad perfecta detenida
en mi belleza perfecta.

Recuerdo el agudo violín
entre tus piernas
sexo desesperado
intentado
los sonidos del cielo
tensando infinitamente
hasta no poder más
tu cuerpo en el espacio
para alcanzar
los bordes de mis voz.

En ese momento las estrellas comenzaron a inquietarse, el cielo oscuro de la noche, se llenó de estelas de luz, de fulgentes ojos que tomaban asiento para escuchar aquella inesperada melodía.

Yo cantaba
como si fuera natural
en el hombre cantar.

Registrar lo sublime
y tu música
alta como las cumbres
que nacen
por encima de las cumbres
nieve dolorosa y eterna
tu música
se detenía para caer
sinfonía final
descuartizada bruscamente
tragada por el temblor
oscuro de mi canto.

En ese momento no podía imaginar que esos versos, me acercaban lentamente a un camino nuevo, un mundo lleno de palabras donde lo importante anida entre ellas. Fundida ya con el inmenso cielo, disfrazada de estrella, quería encontrarme en las palabras que mi hermana pronunciada lentamente y con tanto amor.

Quiero inundar
con mi locura el universo.

Y más allá ¿qué harás?
Después del universo.

Después, con el paso del tiempo, fui armando mi vida intentando responder al poeta, yo era la locura misma, el universo mismo, pero aquella pregunta me produjo tal contradicción ¿qué había después de mí? Entonces seguí leyendo.

Dime ¿quién eres?
la calma del mimbre
o la belleza del marfil.
Orangután sin voz
o cristalino
canto inolvidable.
Y se agarraba la cabeza
con las dos manos
y se zambullía en mí
como en el mar
gritando
almeja delirante
no puedo más.

Todavía un escalofrío me recorre toda la espalda al escuchar estos versos, quizá ahora, con más intensidad, ahora sé que ella, es la poesía, y que el poeta prestó su mano, su trabajo, su vida, entregó su alma a la escritura para que hoy podamos impregnarnos de su poesía. ¿Será este “el amor” al que se refiere el título?

Cuando volvía,
despeinada y maltrecha
me decía:
Eres un tonto
me veías volar y ni siquiera
intentadas alcanzarme.
Así cualquiera vuela alto.

Cuando volaba,
te veía sobre la cama esperándome
y cada vez más alto
me volvía más loca.
Inmensidad cerca del cielo
en esa soledad más que gozar,
el espanto se anudaba en mis ojos
y aterricé rápidamente
y ahora te prometo
volar siempre contigo
y en ese gesto
una vez más
moría.

“Límite uno: El amor” Es en verdad un límite, un comienzo. Poco después de aquella lectura comencé mi tratamiento psicoanalítico, me anoté a un taller de escritura y emprendí mi formación como psicoanalista. No sé si un poema puede ser responsable de todo eso, pero como he dicho al principio, las casualidades no existen.

Menassa: Un escritor maldito en un hombre normal

Tengo que reconocer que hace unos días me impactó escuchar esta definición de sí mismo que dio Miguel Menassa en una entrevista realizada en radio: “Menassa es un escritor maldito en un hombre normal” le dice al periodista. En primer lugar me hizo pensar en los escritores malditos más famosos que han pasado a la historia: Rimbaud, Baudelaire y Verlaine. Todos ellos adelantados a su tiempo, algo que también sucede con Miguel Menassa, su escritura es presente y futuro en un modo y estilo único, inimitable, con saber, conocimiento, compromiso, humanizada en todos los sentidos: sobre lo humano y para el humano.

Un pensamiento tocado por la palabra: poesía y psicoanálisis, porque la palabra es lo que nos sostiene como humanos. Según el diccionario “maldito” tiene diversas acepciones, entre ellas: “condenado” y una segunda “que se aplica al escritor o artista que son marginados por su forma de vivir o de pensar. ‘Un poeta maldito’.”

Si nos atenemos a eso podemos entender porqué Menassa es un hombre normal: trabaja, escribe, pinta…Lleva la vida de un hombre normal y es un creador, de ahí que todo su tiempo lo produzca para llevar a cabo la vida que vive y que quiere vivir. Nos dice como enseñanza: cada persona tiene que inventarse una vida para sí mismo, para su mujer, para sus amigos. El hombre desea pero la que dispone es la escritura.

Menassa es un poeta que tiene libertad, porque para escribir hay que tener libertad, en esa libertad nos regala uno de sus poemas referentes de toda su obra: La muerte del hombre: hombre y poeta conversando sobre la vida, el amor, la escritura, el paso del tiempo, el encuentro, la palabra y la muerte. Estremecedor, firme y contundente escribe un poema único en la historia y que solamente puede ser escrito por Miguel Menassa: Un poeta asesinó su hombre/ para escribir este poema/ y eso / es un hombre.





POETA CONDENADO. Manifiesto del 99 o del psicoanalista condenado de Miguel Oscar Menassa

El título nos sitúa al borde mismo del fin del siglo XX. Se trata de un manifiesto, es decir, tal como lo define el diccionario de la RAE, un escrito en el que se hace pública declaración de doctrinas o propósitos de interés general. Una manera de inaugurar un nuevo siglo. Personaje doble, poeta condenado, psicoanalista condenado, porque toda la obra de este autor está tocada por la función poética y por el psicoanálisis. Pero además ya nos había advertido el autor que el psicoanálisis no pasaría de siglo si es no era montado sobre la poesía, algo que nos muestra con este libro, en acto.
Escribir es la condena. “Jugador, amante, sin frenos, de todo porvenir, juego mi vida en eso”, nos dice.
Cualquier libro de Miguel Oscar Menassa es una pequeña joya donde nada queda librado al azar. En la portada un cuadro “Autorretrato entre rejas”, una figura de espaldas que se dibuja tras una reja, porque “El poeta/ama la libertad./Pero solamente elige/cuando permite que lo externo,/rasgue,/aunque más no sea,/el andamiaje ideológico,/ordenador de su mirada.” Y sin mirada, el autorretrato son las palabras que se deslizan sobre las páginas de este libro, para mostrarnos al hombre del siglo XXI, traspasado por la poesía y el psicoanálisis.
“Todo es arrancar, entregarse. No estar preocupados por los resultados. Simplemente arrancar, dejarse llevar por el viento más poderoso que nos quiera llevar, sin pensar en lo que dejaremos en el camino.” Esta no es sólo una frase para la vida, para el trabajo, también podría ser un buen eslogan para recomendar la lectura de un libro, entregarse a lectura de este libro que nos habla del deseo, del psicoanálisis, de la formación de un psicoanalista, de la renuncia y la ley, del tiempo, de la permanencia, de las ilusiones, que no son vanas, para este autor: poeta, médico, psicoanalista, editor, novelista, pintor, amante de lo bello, amante de los productos del trabajo, esas son sus ilusiones.
Un libro para poder el hombre que nos propone:
“Era una vez un hombre que se vistió de hombre.
Compró con su trabajo su cuerpo a Dios
Y echóse a andar por el camino.
Es de luz que no ciega la consigna que traigo;
Nunca me costó ningún esfuerzo aprender lo que me enseñaban.
Siempre fui una nube totalmente abierta.
Mi ritmo soportaba cualquier condensación.”



“ESTOY AQUÍ, PARA ILUMINAR ESTE TROZO DE HISTORIA” (Miguel Oscar Menassa)

Leyendo detenidamente la obra del autor, el lector puede descubrir un axioma que lejos de concluir una afirmación sobre su producción, arroja luz, despliega conceptos, para un estudio más complejo:
“Los pensamientos, las ideas, no tienen que dejarse influir por los sentimientos”.
“Cuando todo está destruido, la única posibilidad es poética” frase ejemplificadora donde plantea una transformación de las cosas alejadas de la repetición de los modelos.

Nos dice Menassa en otro aforismo:
“Se desvanece el alma, comienza el poema y todo ser es una apertura inconsolable. Más que registro, rasgadura sin armonía”. Pensamiento donde la creatividad nace de la angustia como el día sucede a la noche.

Otro aforismo para zambullirse en el centro de la cuestión:
“Si puedo “eso no”, el resto es relativamente fácil. No fue ningún dolor, fue una luz. Un camino vulgar, una luz sencilla”.
Al que puede responder Albert Einstein cuando dejó escrito: “es en las crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”.

Es una constante en Menassa, mostrar con transparencia meridiana de dónde proceden y cuáles son sus ambiciones futuras. Es la suma de la inteligencia de lo nuevo más la normativa imperante lo que hace que su obra tenga una inscripción social.

“Estoy como en un desierto perdido,
buscando afanosamente
lo que no puede ser encontrado en un desierto”.
“Hay algo del decir que está en el caminar,
hay algo del caminar que está en todo decir”.
Propuestas escritas para que el hombre abandone la pereza y se abra a nuevas vidas de su propia vida; un superarse a sí mismo sin quedar superado, donde “el éxito es amar la vida que uno lleva”.

Ideas, verdades que en este principio del siglo XXI, son todavía para el hombre moderno, insoportables.



POETA CONDENADO. MANIFIESTO DEL 99 O DEL PSICOANALISTA CONDENADO de MIGUEL OSCAR MENASSA. (I)

Me imagino a Freud en camisa de noche, a avanzadas horas de la madrugada, con una tenue luz, paseándose de una mesa a otra donde lo esperaban varios trabajos científicos, todos iniciados y esperando su cierre.
Menassa parece seguir un método similar en este libro: los distintos escritos, son encabezados por un número de cuaderno y una fecha, hay desde el cuaderno 1 al 20, con algunos números ausentes.
Cuentan que Pichón Riviere interrogó a Menassa sobre sus pretensiones, y este le contestó; yo quiero ser psicólogo social. El eminente psicoanalista le dijo a aquél joven que parecía tener un gran futuro por delante: “Entonces, debe usted llevar siempre encima un cuaderno para anotar sus observaciones” Y así lo hizo Miguel Menassa, parece ser que hasta el día de hoy.
Con una de las primeras máquinas de escribir inventadas: su mano dotada de un bolígrafo y las blancas páginas del cuaderno, sueltas o unidas entre sí, Menassa anota sus eurekas de lector de la realidad y pensador en acto. En cualquier momento puede acontecer la maravilla de la idea, y ahí tiene que haber siempre un cuaderno esperando recibir la impronta de la tinta.
Estos cuadernos tienen todos un sema común, una obra de un autor es un tejido de conceptos que no pueden ser unos sin los otros, tiene sin duda, una unidad, la unidad de esta obra la podemos buscar por el título: hay un poeta, hay un psicoanalista y hay una condena. No es azaroso que entre todos los significantes que pueblan la vida de este escritor, sean estos: poeta y psicoanalista, los que hayan quedado anudados en el título, no en vano, Menassa es el primer poeta que dirige una Escuela de Psicoanálisis, y quizás podríamos decir que es el Primer Psicoanalista al que su obra poética ha conducido a la candidatura al Premio Nobel. Con respecto a la condena, Menassa nos dice en otro de sus libros: Llantos del exilio: “Prisionero soy de una larga condena porque la palabra no otorga libertad”.
En la primera página el poeta nos confiesa: “Padre, amante, hombre, a eso yo, al menos, no puedo renunciar. Pero también, quiero seguir persiguiendo todas las ilusiones: Poeta, médico, psicoanalista, editor, novelista, pintor, amante de lo bello, amante de los productos del trabajo, parece que las cadenas son varias, pero hay algunas que fueron más determinantes que otras: poeta, psicoanalista.
En este libro Menassa reflexiona sobre la función de Director de una Escuela de Psicoanálisis, y en el cuaderno número 1, nos dice: “Sólo amaré al que lo entregue todo, y no hace falta que me lo entregue a mí”. En el 2: “Todo es arrancar, entregarse. No estar preocupados por los resultados”, condición necesaria de la escritura y de la función de psicoanalista.
En una Escuela de Psicoanálisis hay que respetar las leyes que se establecieron mientras se caminaba. Sujeto del psicoanálisis, ese director de Escuela singular, porque su cuerpo está marcado a fuego por la poesía, nos dice: “Ya cambié casi todo lo que tenía que cambiar, ahora tengo que jugármelo todo, casi todo, a mi manera de ser. A mis gustos, a mis convicciones”
Y cuáles son sus convicciones, por ejemplo:
1. Basta de amor quiere decir que los resultados positivos, también, se consiguen por caminos diversos que no son el amor.
2. El poder que da el dinero no es para todos, pero las patatas tampoco y son mucho más baratas.
3. Cuando los jóvenes cometen errores que no los matan, yo lo perdono casi todo, lo pago todo y la vida continúa.
Y otras muchas, sería interesante que el mundo pudiera leer estas frases, pensar así la vida.
Estos versos del libro, pertenecientes al cuaderno número seis, me parecen señalar con una precisión inestimable y gran belleza poética una de las condiciones fundamentales para ser Director de una Escuela de Psicoanálisis y didacta: la capacidad de aprender siempre intacta:
“Era una vez un hombre que se vistió de hombre.
Compró con su trabajo su cuerpo a Dios
Y echóse a andar por el camino.
Es de luz que no ciega la consigna que traigo;
Nunca me costó ningún esfuerzo aprender lo que me enseñaban.
Siempre fui una nube totalmente abierta.
Mi ritmo soportaba cualquier condensación.”
Podemos decir: cualquier combinación de palabras, cualquier humanidad.

sábado, 6 de marzo de 2010

TALLER DE POESÍA DE LOS SÁBADOS 06-03-10

GRUPO DE POESÍA DE LOS SÁBADOS A LAS 18:00 h
-revista virtual-
COORDINADOR :
MIGUEL OSCAR MENASSA (Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010)
NÚMERO - 46 - 06/03/10
Semana a semana iremos mostrando en este blog el producto del trabajo realizado en el Taller virtual de poesía los sábados a las 18:00 h de la Escuela de Poesía Grupo Cero, coordinado por el poeta Miguel Oscar Menassa


HEMOS RECIBIDO LOS SIGUIENTES APOYOS A LA CANDIDATURA DE MIGUEL MENASSA AL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010



Cuadro: Recuerdos encubridores. Amelia Díez

LOS MANIFIESTOS EN LA OBRA DE MENASSA

En el año 1971 se firma el Primer Manifiesto, data de 1975 el Segundo, ambos publicados en Buenos Aires. El Tercer Manifiesto aparece en 1978 en Madrid y es en la misma ciudad donde previamente, en 1977, como editorial de la revista Grupo Cero, nº3 se publica el Primer Manifiesto Internacional: “Entre tantas, una manera de comenzar”. En todos y cada uno, la escritura de Menassa, se rubrica como Manifiestos del Grupo Cero. En el verano de 1999 escribe Manifiesto del 99 o del Poeta Condenado donde Buenos Aires y Madrid son dos ciudades conversando sobre el nuevo milenio.

Según La Real Academia de la Lengua Española, Manifiesto es: un escrito en que se hace pública declaración de doctrinas o propósitos de interés general. También se dice del documento que suscribe y presenta, en la aduana del punto de llegada, el capitán de un buque procedente del extranjero, y en el cual expone la clase, cantidad, destino…de las mercancías que conduce. Otra acepción da cuenta del Santísimo Sacramento cuando se halla expuesto a la adoración de los fieles.

Tal vez un poema publicado en “Yo Pecador” en el año 1975 muestre: lo imposible de ser hallado, la contingente joya descuartizada, el necesario objeto de conocimiento, la precisa puntuación que produce sujetos de la lectura en el arte grupal de lo posible. Me refiero al poema MANIFIESTO

Albatros, albatros celestiales cantores de mis penas.

Sufro porque no conozco el África negra

porque nunca vi brillar en la espesura de la niebla

diamantes o rubíes o flores escarlatas.

Sufro por el dolor de las mujeres

completando su ser en mi mirada.

Por mis hermanos muertos

de los que sólo cuatro murieron en la guerra

el resto murió al amanecer

de tanto hacer la paz por las cantinas sucias

empolvadas de mierda o de los suaves olores del orín.

Me place mirar a las mujeres.

Me placen las llanuras

allí donde mi amada –potranca azul-

tiende definitivamente su cuerpo al viento y sacia su sed.

Amo yerbas y especias orientales

cálidos aromas

que no diré que me recuerdan precisamente mi infancia

pero si la infancia de mi padre.

Infancia de los cuentos donde siempre hay un sabio

bajo la forma de niño, de loco o de cantor.

Porque no quiero que me devuelvan regalos

ni ninguna de las fortunas concedidas.

Porque quiero leer tranquilamente

en el balcón de mi casa mis poemas. Besar tranquilamente

los senos de mi mujer en las cuatro estaciones del año.

Porque de nada me separo y a nada me adhiero.

Porque cada movimiento será sin lugar a dudas

un movimiento completo que gozará de incompletud

para que no le sea preciso detenerse.

Porque cada vida será porque en el principio fue la muerte

y será completa e infinita hasta morir.

Porque buscar, buscar eternamente no carece de nada.

Tengo y lo sé, esa es la verdad.

La valentía en libertad, “cantor sin dueño”, es un decir futuro que se puede leer, en los Manifiestos de un escritor, siempre grupal, autorizado por la poesía para leer en el privilegio de las ciencias más revolucionarias de los últimos dos siglos: marxismo y psicoanálisis, las tesis del sujeto del arte que anudando el sujeto social y el sujeto del amor permiten pensar la producción y distribución de cultura allí donde sólo existía el pasado. Y así cuando Menassa escribe “yo” habla un grupo y cuando dice “nosotros” siempre es un significante que representa al sujeto para los nuevos comienzos.

Por ello me adhiero a la candidatura de Miguel Oscar Menassa para el Premio Nobel de Literatura para el 2010.




Cuadro:Versos de oriente. Miguel Menassa

SOBRE CANTO A NOSOTROS MISMOS TAMBIÉN SOMOS AMÉRICA, del poeta Miguel Oscar Menassa, presentado por la IWA (Asociación Internacional de Escritores y artistas, de Ohio)

Para situar “Canto a Nosotros mismos, también somos América debemos recordar dos fechas. 1978, año de la primera publicación, en plena dictadura militar en Argentina. Menassa hubo de emigrar en l976 a España, donde escribe y publica este libro que escribió en su mayoría en un intenso y creativo fin de semana, en Torrelodones a treinta kilómetros de Madrid, hacia la sierra.

La segunda publicación, Chant a nous´mêmes, sommes aussi l´Amerique, traducción de Hélene Barnier, en 1995 bajo los ecos de la conmemoración del 5to centenario del Descubrimiento de América.

Un libro que recuerda el “Altazor” de Huidobro, ya que en él, Menassa viaja en manos de la poesía, dispuesto a no callar nada, a dejarse decir. Su para-subidas se desplaza en un recorrido histórico por las raíces de América Latina y lo hace bajo una consigna:

Ya lo sé señores

Yo mismo lo dije

La libertad no existe

y sin embargo, el poeta

ama la libertad.

Es un libro fuerte, valiente. Una mirada que devela los significantes que organizan la ideología actual, los intereses de los estamentos de poder, la represión que padecemos, la ignorancia que nos ciega, el desprecio por la vida, el abuso de poder, los oscuros caminos para negar la presencia irrevocable de la muerte.

Amo la libertad, dice, basta de muertes

Tampoco por la patria.

Subvierte todos los valores, amor, patria, familia, no para que no existan, sino para que ellos se organicen bajo una nueva ética, fuera de la dialéctica del amo y el esclavo, la vana elección entre la bolsa o la vida, cuando en definitiva habremos de morir.

Un libro anticipatorio, y eso lo decimos porque han pasado treinta y dos años desde su publicación, que dedica a la futura explosión de Latinoamérica, es decir su unión, a América del Norte porque la poesía canta también, a todo lo que muere, a la vieja Europa y la Europa segunda porque temo por el futuro en general del hombre, a los conquistadores, a la familia, a La Pasionaria, a Evita, a los poetas malditos, a los surrealistas, para decir que, así como ellos no hay que ser, que todo debe ser transformado.

Escribir dice, un verso más que ellos. Claro, no cualquier verso sino aquél que lleve en la sangre los cinco siglos de historia, que abra un nuevo sentido, que subvierta la ética del poder, de la religión.

El escritor altera sus sentidos

sabe que fueron necesarios

un siglo entero de mujeres,

cinco siglos de Dios,

para que el poeta se deje llevar

para que vuele.

En canto Undécimo, o canto final, cuando habla de los Indios, los que murieron en la conquista dice:

El odio fue necesario para vivir

La vida alegre una esperanza.

Opusieron al canto de nuestros sexos al aire libre

las marchas nupciales,

el bautismo,

el sórdido ruido de metralla.

El poeta sólo quiere cantar, dice y América canta en el poeta.

Asentimos con Menassa que Más allá del Último Canto Volver es Imposible.

Esta vez, para acallar el canto del poeta, habrá que matarlo y si intentan matarlo, el poeta ahora parece una bandera, asesino inmortal de toda la blancura, amante de la destrucción de toda la pureza no deja de cantar.

Y luego nos reta: transfórmenos de vanguardia en élite, revolucione su vida.

No soporte más el peso de las palabras. HABLE.

Y se despide con el Tercer Manifiesto del Grupo Cero, repudiando la guerra, asegura en este viaje tener un destino, poeta, una guerra de las palabras contra la biología, contra la física moderna.

Somos los bárbaros, expresa,

Venimos para decirlo de alguna manera

a pinchar los globos.

Me recuerda las palabras de Freud al pisar tierra Norteamericana: No saben que le traemos la peste.

Psicoanálisis, poesía, grupo. Creceré, seré millones.

Una verdadera propuesta para cambiar la visión del mundo.



Cuadro: Vendrá la mañana. Miguel Menassa

LA MUJER Y YO, DESPUÉS DEL POEMA 10

La decimotercera es también la primera. J. Lacan

Cada poema de este libro inaugura y abre nuevas cadenas significantes y por tanto nuevas realidades de lo humano.

En el poema 11, Ella se muestra en su razón dividida:

“Es capaz de dar la cara al universo y,/ al mismo tiempo, dar la espalda al mundo.”

Y todavía, “”Pero cuando dice adiós/ se cierra el corazón de la noche/ cruje la montaña sensible al dolor/ y mujeres y dioses enamorados/ piden que no lo haga./ Más ella, ya estuvo arrepentida,/ ahora/ lo único que quiere del amor/ es la libertad,/ por eso cuando dice adiós,/ aunque nos ame, es para no volver.”

Y el poema termina con el verso: “te amo hasta el delirio de sentirme/ la reina de tu boca en cada verso.”

Ella se ha despedido de algo y algo nuevo ha quedado enunciado

Ella se ha despedido, pero queda la escritura, la poesía que habla de Ella.

Por eso, cuando llega el poema 12, llega Él despidiéndose “Destierro de mi vida el llanto,/lastimero, por lo que no tendré” y aceptando “Que hubo antes de mí, hermosas mujeres/ que amaron a otros hombres, tuvieron otra piel.”, y se declara construido por la poesía y los poetas: “Quevedo aquí, Vallejo a mi costado,/ Machado doliéndose del camino hecho/ y tú y yo y el mundo, amada, que nos traga,/ si no dejamos de llorar no veremos el sol.”, y Ella le pide que sea el poeta que Ella precisa para ser histórica: “A ver, mi amor,/ me dijo ella al borde del enfado,/ un verso llano, posible, cerca de la tierra/ sobre el que se pueda caminar sin sobresaltos./ Un verso que nos diga la verdad de la vida,/ que nos hable con claridad del dolor,/ de la pequeña esclavitud de las mujeres,/ un verso, querido, que haga la guerra/ y que lave los platos con nosotras./A ver, querido, un verso que me libere de ti/ quiero verte decir, sereno, en algún verso/ que tu amor podrá sostener mi libertad./”

El poema muestra que Él desea más la libertad de Ella que Ella misma, que Él la ama, pero que Ella no sabe amar, que todo en Él depende del deseo de Ella, y de su amor por Ella, mientras que Ella todavía se relaciona con Dios y con su madre, y que respecto al dinero, Ella todavía sólo tiene preocupaciones.

La relación del hombre y la mujer está sumergida en una falsa ilusión: “Sueña que eres feliz, querido, que nunca te engañé/ que siempre fuiste sincero por tu parte, verdadero.”

Después de esta interpretación, o quizás por ella, aún se puede dar un paso más, y así llegamos al poema 13, donde el sufrimiento pasa a ser el protagonista: “Sufrir, según los pensamientos que Ella traía,/ tal vez, desde su más delicada infancia,/ a veces quedaba bien y, a veces, quedaba mal./ Por lo tanto, cuando sufrir se hacía necesario,/ se debía sufrir con todas las fuerzas posibles,/ con el alma y el cuerpo y, aun, los ideales./”, y todavía ella sufre por identificación con los que sufren y busca el sufrimiento cuando con sus palabras provoca los celos de Él y es el poeta quien le recuerda : “que hay hombres en la vida que, por celos,/ son capaces, pobres bestias, de matar./”.

En el poema 14 llega el poeta y nos dice: “os diré, camaradas, que en mis versos/ la vida no se vive y ella es la poesía/ o la mujer en general o la muerte./” Y nos habla de Él que se despide de su delirio por Ella, y de sus besos en medio del delirio: “Recuerdo cuando, al despertar,/ tenías un collar de arena en tu cintura/ y yo te creía la Diosa del desierto/ y montado en mi camello tornasol/ te invitaba a que me permitieras/ besar tus pies, en el justo momento/ de la arena de tu cintura partiéndose/ en finos cristales de amianto y de pureza./” y nos cuenta la historia de Él: “Hay días enteros que me lo creo todo,/ su perfume, esa inteligencia submarina/ que puede con un beso, sólo con un beso/ llegar, sin más, al centro de mi ser./” . Y nos habla de alguna de las verdades sobre Ella: “El Dios que siempre la acompaña,/ en lugar de enojarme, hoy me hace gracia/ diría que me excita que ella, en su belleza,/ para poder gozar me confunda con Dios/…” Pero el poeta quiere escribir, para que algún día sea posible, “…un gran poema/ donde el amor,/ enloquecido y tenaz./ reina, también, sobre el amor./”, el poeta quiere que la historia del amor reine sobre el amor.

Llegamos al poema 15 y ahí, Ella le dice la verdad, “no debes preocuparte por mi goce,/ gozar, en mí, es algo natural,/ me pasa siempre, hasta cuando me gritas./”, sólo los celos, sólo el deseo hace enmudecer su goce, “De golpe se detuvo y fue piedra, dolor,/ enmudeció su goce y dijo:/ ¿Por qué con ella tal o cual cosa/ que conmigo no?” Y es así que llega al beso.

En el poema 16, Él habla de Ella y nos dice: “Hablar con ella y hacer el amor con ella/ eran dos tareas absolutamente diferentes:/ Cuando hablábamos, ella quería decirlo todo,/ cuando hacíamos el amor, ella quería que yo/ lo hiciera todo, deseo y baile, todo para mí./” Y no solamente eso, Ella dice ser la causa de la escritura en el poeta: “ama con pasión esta quietud y escribe.”

El poema 17 nos muestra que “nada le alcanzaba para seguir sufriendo.” Y que Ella “no estaba en el mundo”, sin embargo no cesaba de soñar: “Y se engañaba a sí misma todo el tiempo,/ se miraba en el espejo y se decía:/ Soy una mujer, y se engañaba a sí misma ,/ cuando decía: soy una mujer independiente.// Y cuando se daba cuenta hasta con dolor/ que no era ella misma la mujer de sus sueños/ y que, ella misma, no era para nada independiente/ dijo con pasión: Así es la vida, siempre nos engaña.” Y cuando jugaba a existir decía: “Soy ese trozo oculto para mí,/” , “y tú no existes/ a menos que esta mujer que soy/ lo quiera.”, y “hablaba del mundo como si ella/ no estuviera en el mundo.”, “Hablaba de los hombres de las otras mujeres/ como si ella fuera extraterrestre o divina”, y , ahí, se muestra “…esa pasión de soledad.”

Y llegamos al poema 18, donde el poeta nos dice que todo en el ser humano es una propuesta de la mente, nada hay en ellos, nada puede ser escuchado sin que esté presente lo psíquico, hasta ser viejo o rico, es una propuesta de la mente.

A partir de este poema, su final hace surgir un nuevo comienzo.



Cuadro: Murallas del tiempo. Miguel Menassa


COMENTARIO DE: NO VE LA ROSA

Autor: Miguel Menassa

Editorial Grupo Cero

Madrid 1989, 284 pag.

Primera impresión: La vida puesta en palabras, mérito del lenguaje que nos ha sido otorgado para que atestigüemos lo que somos.

Hablar supone un poder oír que no es precisamente su consecuencia, sino que es el supuesto previo para hablarnos. Desde este momento en que somos una conversación, la novela ha sido su semblante. Actos, episodios, tragedias, imaginaciones puestas al servicio de una épica, todo lo que transcurre, todo lo que la vida o el pensamiento lleva y trae, un moverse en el tiempo, un transcurso o un devenir que no es del todo suficiente, ya que no alcanza el estatuto de lo que permanece, porque que lo que permanece es lo que funda la poesía. Juntarlos es arribar a ese entrecruzamiento donde la diacronía es interrumpida por la sincronía de lo que emerge de tanto en tanto como la llama que alumbra o el alma que asoma como un poema en medio de las relaciones que formarán el relato. Esta fue la intención no intencionada de este poeta escribiendo una novela.

En No ve la rosa, se muestran al desnudo las técnicas de escritura y se procesa el modo de creación en el hombre, en tanto el autor escribe como si de una novelista se tratara y a su vez la novelista es un personaje de la novela.

Está escrito y esta novela lo escenifica, que las diferencias son márgenes que evitan los encuentros, pero los encuentros son imposibles de cernir, sólo las palabras pueden encontrarse y esta vez para que nuevos sentidos traigan un viento nuevo, que como viento se detendrá en algún punto, pero que no dejará de ventear.

De los personajes de No ve la rosa, sabemos lo que piensan y lo que sienten, pero también lo que hacen. Los protagonistas a veces se sitúan desde el punto de vista del narrador, aunque el autor ensaya todas las posiciones, en tanto los personajes tienen diferentes modos de presentarse y de ser presentados.

Es interesante ver como el autor instrumenta sus conocimientos del alma humana y de la poesía, en el orden narrativo, para crear los múltiples personajes que son diez y seis, que en su diferencia divergen y convergen despejando al protagonismo del rol, para que surjan esbozos de formas nuevas del protagonismo.

Menassa intenta hacer surgir mediante una novela, es decir mediante una construcción ficticia, un hombre, una mujer, que si no existen, existirán. Nos señala un proceso histórico donde se amalgaman el hombre y la mujer, aunque sus personajes no lo adviertan del todo.

Si tratáramos de encontrar un protagonista, tendríamos que decir que esta vez se trata de Mujeres, así en plural, porque lo que las define y lo que importa es que ellas entran en relación. Ellas se hablan como las palabras, entre sí, y en esta novela son varias mujeres las que habitan el universo del lenguaje.

Ante la mirada del lector se desarrolla la relación de la mujer y la creación, la mujer y el trabajo, la mujer y el sexo, la mujer y el dinero, la belleza y los celos como claves del poder femenino. Es una mujer atravesada por la escritura, una mujer que después de este encuentro tendrá otro poder, con la condición de que tendrá que querer ser algo más, porque ha arribado a la comprensión de que ser hombre o ser mujer es poca cosa para el hombre, ya que la humanidad le pasará con otros hombres, con otras mujeres.

A veces confundimos realismo y verdad, pero cuando nos acercamos a un texto literario para investigar estos términos, realizamos una operación no pertinente, que equivale a leerlo como si no fuese un texto literario.

Si se tratara de autenticidad, es más auténtica la obra que la vida de un escritor. Tiene su coherencia propia, tiene su puntuación. Los fracasos de su propio personaje, el autor, no hablan todavía de sus personajes de ficción.

Los personajes de la vida son mas surrealistas que los personajes literarios, llega a decir el autor. Hay personajes que se recuerdan por mucho tiempo y que nos hacen olvidar al autor. Josefina desplaza al escritor y el acto de la escritura queda en sus manos.

El hombre en estos tiempos, dice un personaje de la novela, ha llegado a pensar que hay una medida, también para la humanidad.

En ese punto donde la humanidad se olvida, todo lo humano le es ajeno, considera que la máquina herramienta, el ordenador, el robot, son mas potables para su idealización, son mas perfectos, mas inmortales, pero sólo se trata de la ilusión de un porvenir, porque decepcionado ante el descubrimiento de la muerte de los otros, prefiere seres mas duraderos y posibles de sustituirse rápidamente, que no lo hagan concluir. En esta novela viven como si fueran a morir, pero morir no quieren.

Vivir es sencillamente lo diferente. Y durante una semana, tiempo cronológico en que se desarrolla la novela, nos demuestra el autor que el tiempo es una encrucijada que no tiene solución, que sólo se trata de poner la máquina a andar para que se recobren algunas funciones inhibidas, olvidadas, adormecidas.

Los personajes nos aseguran su existencia ciudadana, Madrid, Buenos Aires, Nueva York, grandes torres queriendo tocar el cielo, pero entre ellas se eleva la poesía a la altura de los grandes clásicos. Es así como se van despejando varias incongruencias históricas, en tanto no es el saber lo que mata, no es el sexo lo que enloquece, no es la represión la que producirá mas civilización, ni nos hará mas civilizados. Cae por tierra la cronología ya que no se trata de medir la magnitud del tiempo, es otro el tiempo que queda inaugurado como escritura en la novela, donde estando aún presente las edades, las clases sociales, las diferencias sexuales, no son estos los senderos que recorre el autor, ni esta la manera que rige los modos de relacionarse de los personajes.

Son veinticinco capítulos donde en cada uno algo se retiene en la memoria, una enseñanza, un silencio que late, una torpeza que se desvanece, una interpretación universal, una noción o punto de vista que desvía para siempre la mirada porque su meta es hacer surgir el pensamiento.

En la literatura se habla de una cesura en la narración, que es el corte o la pausa que regula su armonía, donde el equilibrio se desliza del comienzo hacia el final o bien del final hacia el principio, pero en esta novela la cesura se presenta en cada encuentro, en cada página, allí donde se acentúa la caída de sentidos.

El autor autoriza a que sus palabras se digan entre ellas lo que el mismo no puede entender. Los personajes son tan verdaderos como el autor. Ellos arman una arquitectura propia que es la que sostiene la novela. Los acontecimientos y su lógica son los que hacen que se pueda seguir una serie de encuentros que hacen que la novela se resista a ser enmarcada dentro de una lógica aristotélica porque tienen la fugacidad de apariciones y desapariciones donde el relato pierde lo narrativo y gana no un final, sino sólo una interrupción.





Cuadro: Giro sin pasos. Amelia Díez


ARTÍCULO SOBRE LA ESCRITURA DE MIGUEL OSCAR MENASSA

"Bujía supersónica de luz y de misterio", la escritura de Miguel Oscar Menassa es el último artilugio de la poesía. Al leer sus libros, el lector siente por fin, haberse topado con una realidad comparable al resto de acontecimientos de este tiempo. Porque, si bien los grandes escritores de todas las lenguas (Goethe, Victor Hugo, Sakespeare...) son como estacas clavadas en el corazón de la cultura que ningún Internet, ninguna globalización cultural, podrá mover de su lugar; el resto de los productos culturales que conocemos, parecen llamados a desaparecer sin pena ni gloria, con la misma rapidez que aparecieron; ser nuevamente engullidos por el maremagnum del que brotaron...

Porque cada día escuchamos palabras en la televisión, en la radio, leemos los comunicados de empresas, instituciones, ayuntamientos, ONGs... o la publicidad, que nos habla desde todos lados, a todas horas; y la poesía se convierte en un manjar anecdótico, casi irreal; un paraíso de deseos que nada tiene que ver con nuestra vida... Un recuerdo de las pasadas grandezas de la humanidad, como las pirámides de Egipto, o las historias sobre el descubrimiento del fuego. Pero... no puede ser. Si los grandes poetas de todos los tiempos nos dicen que la poesía es tan necesaria en nuestra vida como el agua; que, en comparación con ella, dice Khalil Gibran, “todo lo demás, es vulgar y vacío”. Tiene que existir, por tanto, una poesía actual, una poesía con tanto poder de creación como poder de destrucción tienen las armas y las ideas que utilizan los hombres para someter a sus semejantes... pues bien, cuando leemos algún poema de Menassa sentimos haber topado con esa energía indestructible que sobrevive secretamente a lo largo de las épocas: La Poesía.

Podemos pensar que, si las últimas producciones de Hollywood, tienen detrás una inversión de 800 millones, cantidad superior al PIB de varios países del mundo, la obra de Menassa tiene detrás una inversión equivalente. En la obra de Menassa están invertidas las vidas y obras de los más grandes hombres que dio la humanidad; y es la punta del Iceberg que, desde el fondo de los océanos, la cultura produce desde hace siglos, para que siempre haya un hito visible sobre el nivel de lo humano.